Miraba yo, en el mundo que me rodeaba y en las hazañas que la Historia me refería, las caras reales con que Dios había venido apareciendo, y consideraba para qué había servido Dios, y el Nombre de Dios y la Fe en Dios, en esos tráfagos de las vidas diarias y de la historia de los pueblos;
y lo que me encontraba era, una y otra vez, el miedo consagrado, la justificación de la muerte, de la culpa y de la pena, las prisiones de hierros o de conciencia, los autos de fe, las matanzas de gentes o su condena a la esclavitud, la bendición del Capital y de sus cajas fuertes, sus pistolas y sus ordenadores, la formación de tropeles de trabajadores para nada, la venta de la vida por el Futuro, ya fuese la Gloria Eterna o ya la Jubilación Segura,
y en fin, por todas partes, la mentira y la Fe que la imponía o la vendía como verdad.
Agustín García Calvo. De Dios. Lucina, 1996.
Imagen: William Blake

Lúcido
ResponderEliminarLucidísimo, Juan José. Una de las cabezas más despejadas que se han dado por estas tierras. Salud!
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