sábado, 7 de junio de 2025

[Acabando está el tiempo]


 

Acabando está el tiempo

para el locuaz viajero

Calmándose los mares

va dejando el sentir

una estela vacía

Un viento fuerte sopla

pero no le atañe

Un dolor

Una caricia

Un golpe en la mesa

con la mano tendida

Atravesando la puerta luminosa

tuvo después que subir escaleras

y una y otra vez volver la espalda

Dejó de descifrar

los signos

los augurios

Como un río cansado

así se asoma

 

 

Francisco Cumpián. En Poesía inédita. 46 poetas, 46 encuentros. AA. VV. Coordinación y prólogo: Uberto Stabile. Garvm, 2024.

Imagen: Francis Silva. Francisco Cumpián.

viernes, 6 de junio de 2025

[Es natural]


 

Es natural

que la ferretería

cierre a las ocho.

Las guerras

han sido siempre inevitables.

 

 

Conrado Santamaría. Tanteos.

Imagen: Gilbert Garcin. La prison, s/d.

jueves, 5 de junio de 2025

GUERRA


 

Después de la batalla

regresaron los héroes.

Nada en ellos había cambiado.

Traían los mismos ojos cerrados

que antes de partir.

 

 

José María Gómez Valero. En Hablamos de ti, capitalismo. 25 años de Voces del Extremo. VV. AA. Coord.: Antonio Orihuela. La Vorágine, 2023.

Imagen: Otto Dix. Guerra de trincheras, 1932.

miércoles, 4 de junio de 2025

Luz y oscuridad


 

Llego, entro, prendo la luz de la cocina

y sorprendo a las hormigas coloradas

puliendo los platos y cargando

todos los restos de comida.

No me molestan, pero mentalmente

las advierto sobre la superpoblación:

hasta ahora, el ecosistema se mantiene.

Sin embargo, si consigo trabajo

comeré más, vendrán amigos y mujeres,

habrá más restos, ustedes crecerán

y tendré que echar insecticida.

Sólo esta pobreza puede mantenernos

delicadamente unidos.

 

 

Daniel Durand. Ruta de la inversión. Ediciones Gog y Magog, 2007.

Imagen: Shibata Zeshin. Caqui y hormigas, s. XIX.

martes, 3 de junio de 2025

Timo en la aduana


 

Y cuando en la interminable cola,

perdidos ya todos tus derechos,

todos empujan indignados:

blancos primero, afros y chinos;

latinos, indios y musulmanes;

para que sus familias no sequen

sus calcetines de zurcida rabia

al viento rasante del metro

que taja todas sus gargantas.

Y según la fuerza de cada cultura

vas entrando por una puerta diferente,

puede que te admitan

por la de inmigrante, la de turista

o por la de business class sin demoras.

Y nadie quiere ser el último.

Y nadie quiere esperas.

Y cuando por fin te regalan el visado

para no volver nunca más a tus raíces,

a no ser que llegues

en carro alquilado de diamantes

que admiren los vecinos,

te enseñan su forzoso idioma

para cargar contra todos tus antepasados,

que te dejaron anchas palabras pero pocos dólares,

y todo se reduce a sacar las automáticas,

escondidas desde siglos

entre tu castigada piel y las cuatro tallas más

de tus vaqueros vencidos.

Y nadie entonces se conforma,

porque no queremos

que por heterodoxos nos deporten,

pues dentro de poco nuestra cultura

no valdrá nada, y porque de todos modos,

te la arrancarán del vientre

como droga en la aduana.

 

 

Balbina Prior. Timos de la edad desnuda. Sial, 2008.

Imagen: El Anatsui. Bleeding Takari II, 2007.