lunes, 29 de febrero de 2016

Ya lo sabes, amada



Ya lo sabes, amada,

ahora podemos

realizar nuestros sueños imposibles

esa luna de miel en cielo exótico

viaje todo incluido

vistas al mar crepúsculos

íntimos revisados por expertos

a nuestro alcance todos

los silencios románticos

con el nuevo sistema de cómodos

pagos a plazos: a escoger

islas privilegiadas –aquel sueño

ya es una realidad– 

(o bien quedarse aquí junto a la brecha

al lado de la lucha que aún hay tiempo

de jugarse el pellejo para algo)

una de dos, amada mía, no olvides

que elegir es el único problema

que este sistema ofrece.




Aníbal Núñez. Fábulas domésticas, 1972. Obra poética. Hiperión, 1995.

domingo, 28 de febrero de 2016

Los tres Asnos



            El Asno de Grasa será deidad de los que compran y venden, asisten a subastas, espían las carroñas de las guerras, hurgan las encías de los muertos y sazonan la lengua de salivilla para hablar a los gobernantes; también, de los que nunca opinan, enjuician, consideran ni discurren, sino que, ajenos a la Historia, habitan sus hogares y aman a sus hijos, para quienes amasan legados.

            El Asno de Oro será deidad de los que, por nacer distinguidos, no tienen que transportar muestras ni comprar o vender, sino premeditar enlaces con borricas de vagina dorada, que parirán hijas áureas, fautoras de nietecillas doradas; también, de los que extienden la mano para percibir acumulaciones del Pueblo, recogen sus salarios de la Gobernaciones, estipendian sus criados con dinero del Erario, seducen a sus cuñados con regalos estatales, tapan a sus esposas con mantas oficiales, educan la prole entre mentores castos y reciben promesas de Cielos.

            El Asno de Palabras será deidad de quienes empujan el Diccionario de Alabanzas contra la muralla del Poder y se cuelan de rondón en la Casta Gobernante como lacayos aceptados. Todos los conocemos. De existir divinidades decretadas, juran hablar en su nombre; de no haber dioses, en representación del Dictador, Dios en la Tierra; y de no privar dictadores, en cautela democrática del Pueblo. Son jueces de todos los pleitos, oráculos de todas las lisonjas, trotones de todas las soluciones, proxenetas del gusto gubernamental, protestones de fidelidades, vocación delatora, dedos procaces y otros etcéteras. Cuanto comen de sus amos, lo devuelven vómitos de vocablos oficiales, gargantada de la que retiran sus títulos y condecoraciones de arrogantes lacayos. Al sentir la muerte, buscan un vocablo que montar para volar a su Cielo sobre la grupa de la palabra.



Miguel Espinosa. Escuela de Mandarines. Editorial Regional de Murcia, 1992.

Imagen: Goya. Borrico que anda en dos pies. C. 1825-28.

viernes, 26 de febrero de 2016

Los refugiados



           Como si nadie oyese en la cripta del corazón las espinas del pájaro de la barbarie, nadie es nadie. Nadie el senador de los tirantes elásticos. Usted es nadie, sombrero de las recepciones, y vos pamela de la medusa, vuesa esquiva merced en tratos con otra clase de nada. Nadie en la multiplicación son hoy los felices, y nadie el giróvago antílope que danza en los subterráneos. Yo soy nadie. Tú, el vocalista en la boca moderna de nadie. Y tú, poesía, oca viuda de los quitasoles, linterna de los espías tras la limusina de los ataúdes.

            A qué viene eso de la mancha de los espíritus, a cuento de qué decir ahora que tras esta compuerta aúllan en las bandejas los ojos del refugiado. Dicho así el placer y los cubitos de hielo son corrupción en los recintos de música, fechas de plata en la memoria de la fatalidad.

            Algún día lo que ahora escribo será inteligible. Algún día, en el perímetro de las cosas sabidas, la época de los sufrimientos que hicieron visible el mercado de las heridas será entendida como edad de una sábana rota, órbita de nuestra desnudez recubierta de insectos como lengua del gran pez moribundo.

            Cuando nadie sea ya nadie en la dentadura fósil del universo, y nadie, es decir, nosotros, los rumiantes en el dolor de los sobrevivientes, hayamos arrancado de raíz la palabra destino para referirnos a la compasión, hayamos enterrado los cargamentos de misericordia y las heces de hiena, hayamos aceptado la infamia como conducta de época.

            Cuando nadie sea ya nadie y no haya huellas de nadie ni frutos de nadie en los mercados del pensamiento, esto se olvidará, esto también ha de ser olvidado por el magnetófono aéreo de lo que oscila en el cosmos, y la podredumbre de nuestro silencio y la bisutería de los diplomáticos alrededor de las fosas comunes.

            Nadie es nadie, escritura de las elocuentes cifras que suman dolor al oprobio, cinta azul de los legajos de la minuciosidad. Nadie es nadie bajo la lente de los archiveros. Nadie con su puñado de tierra, el oferente y el lúcido, el préstamo de jerarca invisible en nosotros, huyendo en el taxi de la conciencia de las columnas de humo.

            Para qué sirves entonces poesía de las hojas incendiadas por las pavesas de la justicia, vieja poesía de los herbolarios, mostaza de los cónsules que predicaron el amanecer. Hacia dónde, hacia quién, venerable Withman, junto al apacible río de los pensamientos sagrados sumerge la mujer su criatura en el agua antes de la incineración.

            Como si nadie oyese las espinas del pájaro de la barbarie, parece ser que aquí nadie es nadie. Nadie el silencio y su caldero de cal sobre los desaparecidos. Codicia, eso dice aquí la palabra codicia.



Juan Carlos Mestre. Las estrellas para quien las trabaja. Antología poética. Edilesa, 2007.

Imagen: Yannis Behrakis. Lesbos. Septiembre, 2015.

miércoles, 24 de febrero de 2016

Era alegre la noche


Era alegre la noche
y florecientes
los fuegos de artificio
de la sangre en burbujas,
del verso entre las sábanas,
del delirio a degüello,
que dejaba,
dorada,
una estela
inmortal,
sin lastre,
sin términos,
en fuga,
entre
los dedos.
Era alegre la noche
y su bullicio
acallaba
limosnas,
heridas,
alzamientos,
la cadena perpetua
de palabras
que aguardan
dispuestas
y entreabiertas,
en pie
y sin retroceso,
nuestra
cita
feraz
en la trinchera.

Conrado Santamaría. De vivos es nuestro juego. Ruleta Rusa Ediciones, 2015.
Imagen: George Grosz. Libertinaje en un nightclub berlinés.

martes, 23 de febrero de 2016

Hormigas



A menudo pisamos hormigueros.

O una chispa se nos cae de pronto ahí.

.
Y sabemos qué sucede dentro.

Y sabemos a quién busca cada hormiga,

antes de escapar del fuego.

.
Porque recuerdo que alguna vez

nos miramos aterrados,

sueño con frecuencia

que nos buscamos como ellas.

.
A menudo, como las hormigas

que en medio de la pira

buscan su pareja, pienso en ti.




Formikoj


Ni tre ofte surpaŝas formikejojn.
Aŭ subite sparko nia tien falas.

Kaj ni scias, kio okazas ene.
Kaj ni scias, kiun
ĉiu formiko serĉas,
eskaponte el la fajro.

Ĉar mi memoras, ke iam
ni teruritaj nin interrigardis,
mi sonĝadas ofte,
ke interserĉas nin ni kiel ili.

Ofte mi, samkiel la formikoj,
kiuj meze de fajro
serĉas sian parulon, pri vi pensas.




María Ángeles Maeso. Vamos, vemos. CELYA, 2004. Traducción al Esperanto de Miguel Fernández.
 
Imagen: Hal Morey. Estación Central de Nueva York, 1929.