domingo, 10 de septiembre de 2017

Sermón del alfabeto



Se nos acaban

las letras

para bautizar a los huracanes tropicales*


Nunca

las primeras letras del alfabeto griego

fueron tan ominosas


pero la verdad oficial

en los Estados Unidos de América

sigue siendo que no hay calentamiento del clima

en el planeta Tierra

ni en ninguna otra esquina del Sistema Solar


-incluso en Nueva Orleans

impera la patriótica verdad, aunque no queden

después de Katrina

vecinos para contarlo-


y que si hubiera cambio climático

no se debería a la actividad humana


y que incluso si lo hubiera

y fuese achacable a la actividad humana

seguramente no sería tan malo


y que si a lo peor fuese malo

al menos no lo sería para nosotros


y que si por desgracia fuese para nosotros

al menos no lo sería hasta dentro de un tiempo


¡y que decir otra cosa

es dar alas al terrorismo!


Qué solecito tan rico esta mañana





* “Ante el elevado número de huracanes y tormentas tropicales registradas este año [2005], los científicos se están quedando sin nombres para designarlos, por lo que probablemente tengan que recurrir por primera vez al alfabeto griego, según una norma de la Organización Meteorológica Mundial. Desde 1953 se utilizan listas de 21 nombres –ordenados alfabéticamente- para los fenómenos tormentosos destacables de cada año. Cada uno de estos nombres empieza por una letra del abecedario internacional excluyendo algunas como q, u, x, y, z.

Para los fenómenos meteorológicos de la cuenca atlántica existen seis listas de nombres diferentes y cada una de ellas se aplica durante un año, de forma que al séptico año se vuelve a la primera de ellas. Los de este año son Arlene, Bret, Cindy, Dennis, Emily, Franklin, Gert, Harvey, José, Katrina, Lee, María, Nate, Ophelia, Philippe, Rita, Stan, Tammy, Vince y Wilma, mientras que en 2006 se encuentran nombres hispanos como Ernesto, Óscar y Rafael.

Los 21 nombres de cada lista se respetan siempre salvo si los efectos del huracán han sido especialmente devastadores. En este caso, y a petición de cualquier país afectado, el nombre puede ser retirado de la lista y sustituido por otro de la misma inicial. Así los meteorólogos han retirado nombres como Hugo, Andrew, Mitch, entre otros, que no podrán ser utilizados hasta que pasen al menos diez años. Con esta medida se pretende evitar confusiones históricas o legales relativas a reclamaciones, seguros o ayudas públicas.

El problema que ha surgido este año es que, con el aumento del número de huracanes, es posible que se llegue a bautizar a Wilma, el último de la lista en 2005. Entonces, las normas internacionales establecen que a continuación se les bautice con letras griegas, con lo que detrás de Wilma la próxima tormenta tropical o huracán que se registre se llamará Alfa, la siguiente Beta y así sucesivamente”. Agencia Efe en El País, 29 de septiembre de 2005.





Jorge Riechmann. Poesía desabrigada, 2006. En El consumo de lo que somos. Muestra de poesía ecológica hispánica contemporánea. (Ed. Steven F. White). Amargord, 2014.

2 comentarios:

  1. A medida que el hielo de los polos se licua, aumenta la altura del mar. El efecto invernadero propicia que éste se caliente, y el agua que evapora se almacena en la atmósfera hasta que se precipita de forma torrencial... para volver a evaporarse. Al acelerarse la periodicidad de este ciclo, aumenta la potencia y la violencia de los fenómenos aparejados. Millones de micro-fenómenos causa-efecto conforman una espeluznante macro-realidad que sólo los desaprensivos pueden ignorar. A éstos, o les arrebatamos el timón o estaremos definitivamente perdidos.

    Salud!

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    1. Creo que el planeta ya está perdido, Loam. La mayoría de voces autorizadas en el tema dicen que ya no hay vuelta atrás. Solo queda asumirlo, y seguir peleando sin esperar milagros. Salud

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