miércoles, 15 de septiembre de 2021

Las transparencias de la noche



Entre las irisaciones

de las colas desplegadas de los pavos reales,

¿quién hoy para salvarse

podría recitar un solo verso de Eurípides?

Como crisálidas,

abrigados e inmóviles,

nos íbamos volviendo transparentes,

mientras los autobuses regresaban

vacíos a la madrugada y las cámaras

de vigilancia giraban

lentamente

en las bocacalles registrando la calma

y la soledad.

Tan transparentes como las pantallas

de cristal líquido, mientras

los gorriones iban cayendo muertos bajo los árboles y fosforecían

arrullados por el zumbido de los cables eléctricos, que enhebraban

las avenidas y roían las sombras.

Nos volvíamos transparentes, y nos gozábamos,

y decíamos que el mundo era dúctil

como prótesis de silicona.

Porque me vigilas te amo.

Escaparates, escaleras mecánicas,

cajas registradoras y tarjetas de plástico

que viajaban por el espacio y el tiempo, tantas islas

desiertas, tantas latomías

de litio y ortopedia.

Nos íbamos transparentando: nuestros gestos,

nuestros cuerpos, nuestras palabras,

nuestros pensamientos más inocentes

salían

a la luz en sótanos oscuros. Y bailábamos

como medusas en pequeñas peceras.

Y celebrábamos los cumpleaños

de nuestras hijas,

y regalábamos muñecas de ojos grandes

acoplados a servidores,

mientras los dulces altavoces nos acariciaban los sueños

y nos iban arrancando sin dolor

la memoria.

Tantos gorriones muertos y ni un solo verso de Eurípides.

Tantos autobuses vacíos regresando a la madrugada.

Ángel de mi guarda, dulce compañía,

¿cómo retumba un cuerpo y otro cuerpo que cae contra el asfalto?

Nos fuimos haciendo transparentes,

medusas danzantes en pequeñas peceras,

espectros cristalinos en circuitos cerrados,

irreales imágenes a este lado de la alambrada.

Porque me sometes te amo.

Entre las irisaciones de las colas

de los pavos reales,

y ya ni un solo verso de Eurípides,

ni una sola nota de flauta que nos salve la vida.



Conrado Santamaría Bastida. Totalitaria. Ediciones del 4 de agosto, 2021.
 
Imagen: Turritopsis nutricula
 

2 comentarios:

  1. “Tantos gorriones muertos y ni un solo verso de Eurípides.”
    Qué hermoso. Y doloroso.
    Un poema espléndido.
    Gracias, poeta.
    Salud!

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    Respuestas
    1. Gracias a ti, LaNanaFea. Belleza y dolor, no es suficiente. Salud!

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