Mi media lengua de candajas,
de venajos, moriscas, caparrones,
canilla y palomilla,
y goloritos,
mi media lengua otana que se sobra,
tan lleca, si sería,
tan cansa, tan chiguita, tan zurita.
Conrado Santamaría. Tanteos.
Imagen: José Uriszar. Rincón La Casilda y arco de Santa Bárbara, Haro.
Palabra por palabra, cada una un poema.
ResponderEliminarPodría ser una muy buena definición de lo que es la poesía. Salud, sor!
EliminarPrecioso, gracias Conrado por usar mi acuarela
ResponderEliminarGracias a ti, José, peazo artista. Salud!
EliminarQué música tan bonita se oye en tu poema.
ResponderEliminarUn grandísimo elogio, Paula. La música del poema, uno de sus componentes fundamentales. Salud!
EliminarTu poema colma la lengua de florecillas silvestres, cantarines aleteos y acogedoras brisas. Paula está en lo cierto.
ResponderEliminarSalud!
También es, Juan, una pequeña, modestísima reflexión acerca de cómo la lengua nos construye o deconstruye eso que llaman identidad. Salud y acogedoras brisas!
EliminarUn vaso de agua es algo que podríamos calificar de 'modesto'. Pero sitúalo en medio del desierto ante el sediento y verás como cambian los adjetivos.
ResponderEliminarSalud, Conrado!
La transcendencia del contexto, Juan. Salud!
Eliminar