viernes, 11 de julio de 2025

Y NO CEJAR / E NÃO RECUAR


 

En todo tiempo y lugar

frente a un poder,

la mirada sostener

y no cejar.

 

Si el preceptor en la escuela,

a su sabor,

te impone regla y candela

y sinrazón,

piensa que no hay que aguantar

y, puesto en pie,

la mirada sostener

y no cejar.

 

Si te escupe un comisario

“los papeles”,

y te azuza su bestiario

de lebreles,

sabes que no hay vuelta atrás,

y sin carné:

la mirada sostener

y no cejar.

 

Si el jefe explica en la empresa,

con detalle,

que la crisis está espesa

y a la calle,

di que tú eres capataz

de tu taller:

la mirada sostener

y no cejar.

 

En todo tiempo y lugar

frente a un poder,

la mirada sostener

y no cejar.

 

 

NÃO RECUAR

 

Em todo o tempo e lugar

frente ao poder,

o olhar suster

e não recuar.

 

Se o preceptor na escola,

a seu bel-prazer,

te impõe regras à reguada,

pensa que não tens que acatar

e, em pé,

o olhar suster

e não recuar.

 

Se te cospe um bófia

“os papéis”,

e te atiça os cães,

sabes que não há volta atrás,

e sem cartão:

o olhar suster

e não recuar.

 

Se o chefe explica na empresa,

com detalhe,

que a crise se agrava

e, para a rua,

diz que tu és capataz

da tua oficina:

o olhar suster

e não recuar.

 

Em todo o tempo e lugar

frente ao poder,

o olhar suster

e não recuar.

 

 

Conrado Santamaría Bastida. Cancionero de escombros con hoguera, 2014.  En Y no cejar / E nâo recuar. Antología (2011-2021). Traducción: Carlos d`Abreu. Caraba Ibérica, 2022.

Imagen: Enrique Sadornil

jueves, 10 de julio de 2025

[Las primeras noticias que tuve de los hombres fueron las bombas.]


 

Las primeras noticias que tuve de los hombres fueron las bombas.

Nadie tenía tiempo entonces para pensar en las responsabilidades del mundo ante los ojos abiertos de un niño.

Pasábamos los días corriendo de casa al refugio y del refugio a casa. Me escapé del refugio una tarde, en pleno bombardeo. Fue entonces cuando vi por vez primera morir a un hombre. Un ruido tremendo, ¡buuum!, un aluvión de cascotes; un hombre por el aire que aterrizó con la cabeza destrozada. La cabeza del hombre no abandonó durante mucho tiempo mi memoria. Volvía una y otra vez a mis sueños, de los que me despertaba dando gritos.

Mi padre estaba en el frente. Mi madre se pasaba el día entero en las colas a la espera del azar. Mi hermano iba con ella. Yo me quedaba en casa con mi tío Juan. Tío Juan estaba enfermo. Había que atarle a la cama para que no se marchara. Él también quería irse a la guerra.

 

Miguel Salabert. El exilio interior. Edición de Isabel Touton y Germán Labrador. Epílogo: Juana Salabert. Hoja de lata, 2025.

Imagen: Madrid, 1937.

miércoles, 9 de julio de 2025

APRISA UN HUECO APRISA


 

Aprisa un hueco aprisa. Hay que dejar un hueco.

Aprisa aprisa.

Dejad un sitio libre

y colocad un plato.

No os encojáis de hombros.

Este hombre

lo necesita con urgencia.

Prestadle una chaqueta,

dadle un sello,

pues también necesita

enviar un mensaje, solicitar

amor y otros socorros.

Os suplico una pausa

y prestadme atención

sin divagar ni discutir.

Ahora sólo importa

atender esta urgencia.

Es un hombre y también ama la vida,

sus manos son las nuestras.

Piensa, como nosotros,

es como cualquiera de nosotros.

Escuchadme, no me obliguéis a dar gritos.

Un hombre quiere vivir,

un hueco, aprisa un hueco.

 

Antología de poesía social (Ed. Leopoldo de Luis), 1965

 

 

Antonio Fernández Molina. Breve antología poética. Prólogo: Raúl Escudero. Ediciones del 4 de agosto, 2013.

Imagen: Lorenzo Viani. I mendicanti, Parigi, s/d.

martes, 8 de julio de 2025

EJECUTORIA DEL MIASMA


 

Este clima de asfixia que impregna los pulmones

de una anhelante angustia de pez recién pescado.

Este hedor adhesivo y errabundo,

que intoxica la vida

y nos hunde en viscosas pesadillas de lodo.

Este miasma corrupto,

que insufla en nuestros poros

apetencias de pulpo,

deseos de vinchuca,

no surge,

ni ha surgido

de estos conglomerados de sucia hemoglobina,

cal viva,

soda cáustica,

hidrógeno,

pis úrico,

que infectan los colchones,

los techos,

las veredas,

con sus almas cariadas,

con sus gestos leprosos.

 

Este olor homicida,

rastrero,

ineludible,

brota de otras raíces,

arranca de otras fuentes.

 

A través de años muertos,

de atardeceres rancios,

de sepulcros gaseosos,

de cauces subterráneos,

se ha ido aglutinando con los jugos pestíferos,

los detritus hediondos,

las corrosivas vísceras,

las esquirlas podridas que dejaron el crimen,

la idiotez purulenta,

la iniquidad sin sexo,

el gangrenoso engaño;

hasta surgir al aire,

expandirse en el viento

y tornarse corpóreo;

para abrir las ventanas,

penetrar en los cuartos,

tomarnos del cogote,

empujarnos al asco,

mientras grita la inquina,

su aversión,

su desprecio,

por todo lo que allana la acritud de las horas,

por todo lo que alivia la angustia de los días.

 

 

Oliverio Girondo. Persuasión de los días, 1942.

Imagen: Karl Hofer. Mujer entre las ruinas, 1945.