Pero ya no queda nada
y la nada se debilita con el paso de las horas,
los silencios, los susurros o los gritos de los otros.
Ya no queda nada, tras ese obús de mentiras
aderezadas con sus dioses.
El suelo se desploma sin clemencia
y olvida que, allí, amanecía vida cada jornada,
risas y gritos de niños que, ahora y siempre, yacen
entre sus polvorientos amasijos inanes.
Abismo atroz coronado de hierro de
las últimas vigas que sobrevivieron al fuego de los otros.
Y ya, todo en silencio,
silencio como el de las noches frías
que aconsejaban acurrucarse en las camas familiares,
a la espera de cada mañana y todo su futuro.
Hoy, todo es silencio,
ya nadie ansía esa
mañana,
esa noche de camas y mantas.
Se han olvidado de los sueños
con el silbido de las bombas
segundos antes de que todo
se hubiera borrado.
Y ya no queda nada más,
apenas nada más.
Montserrat Villar González. En Poesía y Paraíso. Voces del Extremo 2025. VV. AA. ACSAL Ediciones, 2025.
Imagen: Fatima Shbair. Varios palestinos recogen cadáveres de entre los escombros tras un bombardeo israelí, el miércoles 11 de octubre de 2023, en la Ciudad de Gaza.

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