lunes, 11 de marzo de 2013

Vientres de Madrid y de Bagdad


[13 de marzo de 2004] 

«(…) la lógica de la guerra a todos sus niveles conduce al
hermanamiento de todas sus víctimas civiles, sean éstas del
bando que sean: un inesperado cordón umbilical parece
unirlas todas y dejan sin argumentos, y completamente
solos, a los señores canallas de la guerra».
(Eugen Drewermann: “Contra la injusticia”) 

Sólo entonces
os he visto. 

En la nuca partida del suelo iraquí.
Y en la sangre bramando por la grava de Atocha. 

Y en el Pozo:
izando sus calambres tras una siembra triste,
los ombligos de los hombres
abiertos y a cuchilla por los perros del Amo. 

Yo cuido de los vientres de las novias perdidas
–los hombros de los niños se han quedado sin hora;
cuido de las oraciones cansadas de la tierra
y del largo cabello de todos nuestros muertos. 

Soy el pueblo sin puñal y tres veces devastado,
el silbo de una cuenta enmudecida.
Yo cuido de las flores y los peines:
soy un hombre en la altura de todas vuestras muecas. 

Y escarbo en las costillas de la bestia
besando lo imposible que habla en vuestra sangre:
soy el hombre que cuelga de un ombligo,
la cólera enterrada en los pozos del mundo. 

Y os digo: 

que la lumbre tronará por los espejos
que un caballo volteará por vuestra boca
que siempre las heridas
de todos estos hijos
saldrán casi estallando por un fundado cielo. 

Sólo entonces
os he visto,
a los unos y a los otros, sangre terca unida ahora. 

Desde entonces sea el hombre: 

yo bramo en vuestro propio
cordón umbilical. 


Enrique Falcón. Amonal y otros poemas. Ediciones Idea, 2005.
Imagen: Don McCullin. Guerra civil en Chipre.

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