miércoles, 12 de noviembre de 2014

Mecanógrafo



Sales de tu casa por las mañanas

con olor a jabón pensando en las macetas

de claveles en el daño que les hacen los niños,

ya estás bien del resfriado el sol

sabe a cognac barato a trago grande de él

¿es la mañana un vaso indescriptible un vaso

en cuyo fondo queda siempre la resaca

de las dichas de ayer de otros ayeres como ayer?


No te importa

tomas el bus frente frente a la Penitenciaria

ahí quedan -hace frío hace fiebre- los allegados a la violencia:

los asesinos los ladrones los poetas los locos

los revolucionarios los santos del altavoz

los imprecadores por el amor

con los ojos abiertos.


Mas no te importa bajas cerca de la oficina

y compras un periódico como todos los días:

han invadido -al fin- a Cuba

desde la altura el fuego mató niños en las playas ciudades y más niños

pasas luego a los cómicos la solución -tarareas-

del crucigrama el horóscopo Géminis y tu buena estrella

-ella ha nacido en Tauro con sus ojos azules-

el partido del domingo ha sido suspendido

por el estado de emergencia nacional -una lástima-

nuevos presos políticos la policía balaceó a un obrero

gran campaña anticomunista se persigue

con gran ardor patriótico a las organizaciones clandestinas


No te importa

subes las escaleras buenos días doctor

muy buenos días señor jefe de sección

muy buenos días -bajas la cabeza- cómo está Usted

señor -sonríes- director


Luego te sientas frente a la máquina

rutilante como un ópalo en la barriga de un gran pez

-beatífica la sonrisa satisfecha la piel

desnuda entre la ropa y los zapatos-

alargas tus dedos blancos de pianista

(yo vi en una Película a Chopin el pobre

se murió tísico -sangre en el pañuelo- por excesos de amor)

tus diez dedos pulcrísimos y tac

tac tac tacatac no te importa

nada tacatac

eternamente tac

tacatac

hondo es el pozo tac

tacatac tac

tacatac




Roque Dalton. El turno del ofendido, 1962. En Antología. Visor, 2000.

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