miércoles, 23 de diciembre de 2015

Los de la limpieza V



No hay que pasar mucho tiempo

en esta fábrica, donde todos te dan órdenes,

para concluir que se trata

de la mayor concentración de analfabetos

imaginable en el mismo sitio.


Pero es que ayer, mientras barría

mi escalera favorita, veo

cómo se acerca una bata blanca,

o sea, uno de los que dan órdenes,

como todos, claro que éstos

sólo dan órdenes.


Al rato, lo identifico.

Pasa por el segundo de a bordo,

es decir, el que está justo por debajo

del otro Gran Jefe Blanco al que sólo

se ve en la tele o cuando vienen ministros,

que acojonona por lo tanto

a todo bicho viviente

y cuya nómina no puedo

ni imaginar sin dolor.


Me adelanto: “Buenos días”,

“Buenos días –dice él–.

Por favor, haceros

el favor de limpiar

de una vez aquella puerta”.


Tardé un rato en contestar, como alelado,

y es que me estaba preguntando (en serio)

de qué jodidos aceros hablaba el pavo,

y también, sólo después

de corregir mentalmente

el imperativo en erre, qué favor

pretendía que nos hiciéramos

(¿quiénes?) a nosotros mismos.


Me miró con esa cara

que pone uno al pensar

“este tío está drogado”,

así que, bueno, no será un maestro

en el uso de la lengua castellana

pero desde luego

tonto del todo tampoco.




Ape Rotoma. Mensajes de texto y otros mensajes. Renacimiento, 2014.

Imagen: Lewis Hine. Una niña en la fábrica Mollohan. Newberry, 1908.

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