miércoles, 4 de mayo de 2016

Antonio Crespo Massieu, el espigador de la inocencia



Antonio Crespo Massieu. Obstinada memoria. Amargord, 2015.

Tras la publicación de Elegía en Portbou, uno de los mejores poemarios, en mi opinión, que se han escrito en este país en estos comienzos del siglo XXI, Antonio Crespo Massieu se enfrentaba a la hora de publicar un nuevo libro a un desafío importante. Y tras la lectura de Obstinada memoria, creo que ha estado a la altura de semejante responsabilidad. Sin ninguna duda.

Aunque Obstinada memoria mantiene una continuidad y una afinidad con Elegía en Portbou tanto en el estilo, en los asuntos y, sobre todo, en la mirada, Obstinada memoria desarrolla otros temas que en el anterior estaban apenas apuntados.

El poemario se construye sobre un triple eje:

1.- La palabra poética y la memoria:

Hay en el libro, sobre todo en la primera parte, Patio de filósofos, una reflexión constante sobre el decir poético. ¿Qué es la poesía? ¿Cómo y de dónde surge? ¿Cuál es su función?

Antonio, nos dice, aspira a una palabra poética que tenga unidad con el mundo, que sea el mundo, como el trinar o el vuelo de un pájaro, como el murmullo de un arroyo o como la luz del sol. Una palabra que surja desde el silencio y sea en el fondo silencio, es decir, que no sea percibida de modo diferente al de los sonidos naturales del mundo.

“La palabra
habita el silencio,
lo puebla sin dominio,…”


“Si la palabra
pudiera decir este silencio
con voz de pájaro…”


Es la palabra “sagrada” que “niega los límites”, todos los límites, los de la conciencia y las cosas, los del tiempo y los del espacio, la palabra esencial que pertenece al orden natural de la existencia, al discurrir de la vida y que se diferencia de las escindidas estridencias de la Historia.

Y la naturaleza de esta palabra consiste, en primer lugar, en nombrar y custodiar lo pequeño, la ternura, el consuelo, la bondad, en hacernos sentir que  “Aquí el mundo está bien hecho”, pero también consiste además en señalar el dolor, la dignidad, lo que nos rescata del naufragio y lo que niega la injusticia y la muerte. Es la palabra siempre emocionada que da cuenta de lo indescifrable y del misterio que es nuestra vida.

Y finalmente la poesía, ese “sueño que camina erguido entre escombros”, la palabra poética es la que construye esa obstinada memoria que da título a todo el libro, la que crea ese instante detenido, superpuesto, intersección del presente y el pasado, donde pervive en un hoy acompañante y revelador todo lo que una vez ha sido. Una palabra que hace que sigamos avanzando con esperanza y con “alzada dignidad”.

2.- La vida y la Historia

Frente a la Historia con mayúscula, frente al “incesante martirio de la historia”, esa historia de la dominación, del sinsentido y de la injusticia, esa perversa crónica de la verdadera muerte y su “soberbia arquitectura del poder”, Antonio Crespo Massieu opone simplemente la vida.

Utilizando la imagen benjaminiana, tan querida al poeta, en ese montón de ruinas sucesivas que va dejando atrás el ángel de la historia mientras es arrastrado por el vendaval del progreso, Antonio Crespo Massieu, como espigador de la memoria, va rebuscando a la procura de lo pequeño, lo efímero, lo frágil, lo inocente, de todo aquello que pueda decir no a la muerte. Va rescatando con asombrado estremecimiento las acciones y los gestos que parecían pequeños y descubrimos que era lo más grande, lo que parecía superfluo y resulta que era lo fundamental, lo esencial, el sentido de nuestra vida. Y construye así con su palabra poética la historia de ese misterio que es vivir, la pasión, el dolor, la esperanza, la bondad, la rebeldía,… La verdadera historia para Antonio, la que tiene verdadero valor, es ese hilo ligero pero indestructible que él va trenzando con sus palabras y su memoria, el desfile del asombro, el rescate de la inocencia, la perseverancia de la bondad, pero también de la insumisión. 


Aquí tú,
el viajero perpetuo, el exiliado de sí mismo,
el que tanto amaba las cosas sin valor,
las desechadas, arrumbadas en anaqueles,
desvanes, anticuarios, el que juntaba
fragmentos del mundo,
tú que miraste con obsesiva fijeza
el ángel de la historia,…


3.- La dignidad 

Y aquí está el tercer cimiento de su pensamiento, el tercer eje sobre el que gravita Obstinada memoria. Para Antonio Crespo Massieu, la dignidad se define simplemente como fidelidad a la vida, algo para él “sagrado”. La palabra poética, la obstinada memoria quiere hacer de los testimonios de la bondad, del dolor, del desconsuelo y de la esperanza un presente siempre a la mano, rescatado del olvido, para que nos acompañen en nuestro avanzar más allá de toda desesperación, de toda herida. Como dice en  “Cuando nos perdamos de nuevo”, un poeta es “sentir belleza y dignidad”.

Ya para acabar, y sin tiempo para profundizar en ese estilo poético tan característico de Antonio, un estilo tenaz, emocionado, siempre asombrado, un estilo que indaga, que tantea, que tiembla en busca de esa expresión que nos salva del naufragio, quiero responderle a la pregunta que se hace en uno de los poemas “¿Dónde, dónde la culpa?” y decirle con todo el cariño que en esta ocasión él es el culpable, culpable de amar con fidelidad estremecida la belleza irreductible del mundo, culpable de la emoción redentora que nos hace sentir cuando leemos sus palabras. Porque quien lee este poemario, contempla belleza, verdad y dignidad, vive en buena compañía el misterio de la vida, el asombro del mundo.

Gracias, Antonio, por esta llama azul que has prendido en nosotros con tu palabra, por esta encendida memoria de lo que nunca ya será olvido, gracias por regalarnos tanta esperanza.


Conrado Santamaría Bastida

2 comentarios:

  1. Este blog es un verdadero manantial de jubilosos hallazgos. Como a muchos de los poetas y poetisas aquí descubiertos, no conocía a Antonio Crespo. Le pediré a mi amigo el librero que me acerque a su poesía.

    Salud

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias, Loam, el blog es la gente que lo frecuenta.
      Salud y seguimos

      Eliminar