sábado, 28 de mayo de 2016

OTRA LECCIÓN DE HISTORIA



Toda la Historia fue un malentendido.

Si hoy Craso y Espartaco se encontraran

en la cervecería, liberado

ya aquél del poderío y de la púrpura

y el hedor de la sangre, éste del hierro

que le oprimió el tobillo antes de herirle

del último zarpazo,

podrían dialogar tranquilamente,

risueños, divertidos, asombrados

de que ¿por qué minucia? tan distintas

transcurrieran sus vidas. (Lady Macbeth

erró al creer de Arabia los perfumes

incapaces de hacer blanca su mano,

sin letal pestilencia. Basta el tiempo

y acaso el turbio aroma de los cómplices

y nada más para borrar el crimen).

Mauthaussen fue un error; Chatila y Sabra

no significan más que el gesto torpe,

sin estudiar, de un mal actor novato,

pero que al fin domina el escenario

y el público le aplaude

porque supo, maduro, dominarse

y hacer que se olvidara lo molesto

difuminado en la distancia. Nadie

fue quemado en la hoguera por negar

la enseñanza del Papa; en todo caso,

no es sensato guardar tan viva imagen

de un suceso anecdótico, ya viejo,

sólo un simple y vulgar malentendido,

que no impidió el progreso de los hombres

hasta alcanzar la bomba de neutrones,

la pasión comedida, el aprobado

vital donde se esconde el conformismo,

donde nada recuerda tanta infamia

reproducida ahora, en este instante

que olvidarán también en el futuro

mis hijos y tus hijos si se encuentran

en la cervecería, sin memoria.





Carlos Álvarez. Memoria del malentendido, 1989. En Seguiremos sembrando. (Antología 1984 – 2010). Bartleby, 2016.

2 comentarios:

  1. Te sugiero leas este acertada reflexión. Salud

    http://kaleidoskopiodegabalaui.blogspot.com.es/2016/05/antifascismo.html

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    1. Buen artículo. Hay también un librito "FBI (Fascismo de Baja Intensidad)", en donde Antonio Méndez Rubio trata el mismo asunto con parecidos argumentos. Desgraciadamente nos estamos acercando, si no es que vivimos ya plenamente en ella, a la sociedad totalitaria de control, represión y mentira que Orwell pintó en "1984". La paradoja –o no tanta paradoja- es que mientras Orwell denunciaba en su libro el estalinismo, la distopía totalitaria la ha culminado sin apenas oposición el liberalismo económico. Y en esta labor ha sido determinante, como dice Gabalaui, la apropiación y desemantización del lenguaje.

      “La cuestión – insistió Alicia – es si se puede hacer que las palabras signifiquen tantas cosas diferentes.
      La cuestión – zanjó Humpty Dumpty – es saber quién es el que manda… eso es todo.”

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