lunes, 6 de marzo de 2023

CRÓNICA, 1968


 

Las palabras se pudren.

 

El que da una palabra da un don.

El que da un don deja vacío el aire.

El que vacía el aire coloniza la tierra.

 

Pero bajo la tierra las palabras se pudren.

Las palabras se llenan de un hipo triste de animal ahíto,

de un hipo de hipopótamo tardío,

y por mucho que brille su arco iris no traen la paz,

sino el sebáceo son del salivar chasquido

y el hilo deglutido de la muerte.

 

Las palabras se pudren, son devueltas,

como pétreo excremento,

sobre la noche de los humillados.

 

 

José Ángel Valente. El inocente. Joaquín Mortiz, 1970.

Imagen: Lincoln Townley. Banker's Have All The Fun, 2013.

2 comentarios:

  1. En algunos aspectos que en absoluto tienen que ver con la calidad (hay quien me provoca estremecimiento y quien no), Valente me recuerda a Gamoneda. Y decir eso de poetas tan sumamente canonizados suscita siempre en mi contra bastante recelo y prevención. En este poema no.

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    1. Un comentario muy acertado, Chiloé. Valente y Gamoneda tienen también para mí un nexo que los une, un nexo en contra de toda canonización, incluso la propia. Salud!

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