jueves, 7 de noviembre de 2013

Nieve en la noche



Yo quiero ver qué arrugas

oculta esta doncella

máscara. Qué ruin tiña,

qué feroz epidemia

cela el rostro inocente

de cada copo. Escenas

sin vanidad se cubren

con andamiajes, trémulas

escayolas, molduras

de un instante. Es la feria

de la mentira: ahora

es mediodía en plena

noche, y se cicatriza

la eterna herida abierta

de la tierra y las casas

lucen con la cal nueva

que revoca sus pobres

fachadas verdaderas.

.
La nieve, tan querida

otro tiempo, nos ciega,

no da luz. Copo a copo,

como ladrón, recela

al caer. Cae temblando,

cae sin herirse apenas

con nuestras cosas diarias.

Tan sin dolor, su entrega

es crueldad. Cae, cae,

hostil al canto, lenta,

bien domada, bien dócil,

como sujeta a riendas

que nunca se aventuran

a conquistar. No riega

sino sofoca, ahoga

dando no amor, paciencia.


Y borró los caminos.

Y tú dices: “despierta,

que amanece”. (Y es noche

muy noche.) Dices: “cierra,

que entra sol”. Y no quiero

perder de nuevo ante esta

nevada. No, no quiero

mentirte otra vez. Tengo

que alzarle la careta

a este rostro enemigo

que me finge a mi puerta

la inocencia que vuelve

y el pie que deja huella.


Claudio Rodríguez. Alianza y condena. Revista de Occidente, 1965.
Imagen: Pieter Brueghel. La matanza de los inocentes, h. 1567

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