martes, 22 de julio de 2014

Las masas corales



Amaban demasiado y los domingos

como nosotros y tuvieron sonrisa

desde niños, manos cálidas después

palpando vida incierta, libros

pocos; muchos martillo o cuerda

de cáñamo amarilla o blanca, tosca

para izar casas y ahorcar pequeña

vida, interiores de hogares, antes

de la guerra es posible iluminables

por carburo o candiles de aceite


pertenecieron a selectos Ateneos, otros

a marrones ateneos de barrio, quizá

de gremio -sus ediciones económicas

de Marx, Lombroso, Paracelso, San

Agustín o Bakunin todavía se encuentran

en montones malolientes de encantes

domingueros- y cantaron por Pascua

“Rosó, llum de la meva vida…”

en las esquinas del barrio, las masas

corales no inquietaban a Ortega, filósofo

sólo preocupado por las masas taciturnas

de los amaneceres de días laborables


amaron como nosotros bastante mal

pero con más esfuerzo, hicieron el amor

algunos, otros ya no tuvieron tiempo

podrida la hombría fláccida de su muerte


porque murieron


muchos no lejos de las vías de los trenes

junto a fuentes que constan en las guías

de España, para turistas de domingo


donde las flores seguramente enrojecen

de sangre antigua oculta como ríos

subterráneos que ya nadie distingue.




Manuel Vázquez Montalbán. Una educación sentimental, 1967. En Memoria y deseo. Obra poética (1963-1983). Seix Barral, 1986.

Imagen: Robert Capa. Barcelona, 1936.

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