domingo, 31 de enero de 2016

Murder Inc.,



Sales de tu oficina y vas a tu casa donde te esperan

tu esposa y tu refrigeradora rumorosa y repleta

tu living-room confortable y tu highball y tu radio

y escuchas a las 8 el programa de crímenes.

¿Pero crees que los crímenes existen solo en los radios

y que no existen también en los living-rooms?

                                   Tú no has matado nunca a nadie con un tubo.

Tú eres una persona decente

                                                           un hombre honrado

¿Pero no será esa honradez una mera coartada?

Tú no eres el hombre que puso la bomba en el avión.

No eres el que están buscando los radio-patrullas

                                               “bajo, gordo y afable, con anteojos sin aro”

(aunque eres gordo y afable, con anteojos sin aro).

Tú no eres “el hombre del traje gris” claro está.

Tus huellas digitales probarían que no eres.

                                   Pero tal vez no…

¿Qué tal si el jefe de los gángsters dice tu nombre

si declara que tú también eres de la Mafia?

¿Que tú te beneficiaste en el robo de joyas?

                                   (dinos si no cómo compraste la refrigeradora)

¿Que el dinero de la anciana asesinada en el parque

después de muchas vueltas fue a dar a tus manos?

¿Y que el dinero que la banda robó en el banco

tú lo depositaste después en el mismo banco?

¿Que en tu vida hay algo que ver con la trata de blancas?

¿Y si te siguieron los detectives en la calle

cuando subiste al taxi y bajaste del taxi

y cuando entraste en el bar y saliste del bar

y a todos con los que hablaste los fueron siguiendo

y a todos con los que hablaron esos otros?

¿Y si todas tus conversaciones fueron tomadas en dictáfono?

                        ¿Y qué puedes decir ahora?

                                                                                  ¿Qué alegas?

Frecuentabas el bar donde se planeó el atraco

y el hotel donde asfixiaron a la muchacha.

La refrigeradora y el radio del gángster

son de la misma marca que tú tienes.

                        -La policía ha estudiado todos sus hábitos

                        y son exactamente los mismos tuyos.

¿Y qué tal si un día tus huellas digitales coinciden

y se comprueba que tú también eres de la banda

y eres el que andan buscando los radio-patrullas

                        “bajo, gordo y afable, con anteojos sin aro”

            tú eras por fin “EL HOMBRE DEL TRAJE GRIS”

y estás en la página de crímenes de los diarios

y en tu living-room el radio está hablando de ti?




Ernesto Cardenal. Oración por Marilyn Monroe y otros poemas, 1965. En Pájaro relojero. Poetas centroamericanos. Galaxia Gutenberg, 2009.

Imagen: Inge Morath. De la serie Máscara con Saul Steinberg, 1962.

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