lunes, 9 de enero de 2017

FUTURO ENVEJECIDO



Los niños, muchos niños, piden techo,

lloran alma, tiritan sin rencor.

Acaso está lloviendo, acaso hubo

la naranja que no alcanzó su mano,

o el frío, o las muchísimas estampas

que no vieron jamás. O los zapatos

que están rotos…


La letra jota de jugar, jardín,

las letras de alegría que arden solas,

¿dónde yacen? Quisiéramos saber…


Los niños quieren recobrar su edad.


Una concha y un pan, un monigote,

bastan, mas ¿dónde están? No veo el rostro

de esos niños debajo de su cara:

veo un disfraz registrador que suma

tiempo, y tiempo de adultos, tiempo y duelo,

dolor y hasta un final…, que escaparíamos, oh Dios,

¡qué hacer, qué haríamos, esto

es demasiado, esto no puede ser!

Nosotros, antes, indudable, muchos

ya no tuvimos casi juventud; había

sin Instituto tanto que aprender,

tanto que ver en serio, ojos redondos;

y además qué más da, si era estupendo

vivir ya de verdad… Cumplidos hombres

de doce años entonces… Nos mataron

al muchacho. Fue triste, pero un niño

está siempre en nosotros.

                                               Esto ahora…

Qué extraña la vejez si no hubo vida.

Qué edad terrible, adulta sin edad.


¡Qué hacer, digo, qué hacer! Rebotan, vuelven,

aún con rumor de guerra, tierno César

Vallejo, las palabras de aquel llanto:

¡Ah! ¡Desgraciadamente, hombres humanos,

hay, hermanos, muchísimo que hacer!


Mucho, mucho, ¡así es!



                                                                       [1948]



Eugenio de Nora. En Sustancia de la tierra. Antología poética. Edilesa, 2007.

Imagen: Un niño y una niña de Siria en el campo de refugiados de Zaatari, Jordania.

2 comentarios:

  1. Dejamos de jugar a las canicas y desapareció la calle, y el barrio, y la ciudad...

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  2. Pero trabajamos para recuperarlo todo. Salud

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