domingo, 19 de noviembre de 2023

EL EXILIO Y EL REINO


 

Ya sólo queda el hombre

sentado junto al agua

ajeno a todo. Su mirada

se pierde entre las ramas reflejadas

y las algas sinuosas.

Bebe otro trago

y el vino se derrama por la hierba.                                 

Impregna la quietud la tarde

que va muriendo.

El reflejo tiembla en el río y abre

 una ventana limpia a su mirada.

Las hojas siguen verdes allá abajo

como en sus días escolares

y le sube una música

con sabor de limones y narcisos.

En el cristal del agua

los cuervos que ahora pueblan las acacias

son aquellas golondrinas de entonces.

Salvo el reflejo no le queda nada,

salvo ese mundo transparente

que le llama a lo hondo

como una niebla tibia

que envolviera su cuerpo.

Se oye un graznido seco

y es otra vez septiembre.

El hombre se levanta vacilante

arrojando con un gesto de rabia

contra el río el cartón de vino

y se va en busca de un lugar

donde pasar la noche

lejos del árbol, lejos del agua.

 

 

Amalia García Fuertes. En Haciendo, haciendo. Once maneras de mirar de frente. El Perdigón, 2017.

Imagen: Amalia García Fuertes. Japón, 2018.

4 comentarios:

  1. Yo he visto hombres vomitar las entrañas, allá,
    por donde hoy transita la plastificada mueca del mercado.

    Salud!

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  2. Vamos deshaciéndonos a cada aceptación de unos imperativos que en el fondo sabemos falsos y letales. Al final, cuando ya no hay tiempo, solo queda la rabia, ya inútil. La rebelión debería darse antes y colectiva siempre, porque la aniquilación es universal. Salud, Loam!

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  3. Del río, ya lo sabemos, nos habló Heráclito: nunca es el mismo y, por ello, siempre lo mismo. El poema de Amalia nos descubre ese "lo": la apertura de "una ventana limpia a la mirada" ... la música que sube "con sabor de limones y narcisos" ... ahí es donde podemos encontrarnos y perpetrar una convocatoria de lo que merece ser convocado, nunca desechado. Siempre acogidos por lo que queda de agua y de árbol.
    Salud y feliz domingo !!!

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    1. Arracimarnos inmediatamente allí donde florece "lo que no se marchita", que diría Claudio Rodríguez. Salud, Joan!

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