miércoles, 20 de agosto de 2014

La contrata de mozos



¿Qué estáis haciendo aquí? ¿Qué hacemos todos

en medio de la plaza y a estas horas?

Con tanto sol, ¿quién va a salir de casa

sólo por ver qué tal está la compra,

por ver si tiene buena cara el fruto

de nuestra vida, si no son las sobras

de nuestros años lo que le vendemos?

¡A cerrar ya! ¡Vamos pronto a otra

feria donde haya buen mercado, donde

regatee la gente, sise, y coja

con sus manos nuestra uva, y nos la tiente

a ver si es que está pasa! ¿A qué otra cosa

hemos venido aquí sino a vendernos?

Y hoy se fía, venid, que hoy no se cobra.

Es tan sencillo, da tanta alegría

ponerse al sol una mañana hermosa,

pregonar nuestro precio y todo cuanto

tenemos de hombres darlo a la redonda.

Hemos venido así a esta plaza siempre,

con la esperanza del que ofrece su obra,

su juventud al aire. ¿Y sólo el aire

ha de ser nuestro cliente? ¿Sin parroquia

ha de seguir el que es alquiladizo,

el que viene a pagar su renta? Próspera

fue en otro tiempo nuestra mercancía,

cuando la tierra nos la compró toda.

Entonces, lejos de esta plaza, entonces,

en el mercado de la luz. Ved ahora

en qué paró aquel género. Contrata,

lonja servil, teatro de deshonra.

Junto a las duras piedras de rastrillo,

junto a la hoz y la criba, el bieldo y la horca,

ved aquí al hombre, ved aquí al apero

del tiempo. Junto al ajo y la cebolla,

ved la mocil cosecha de la vida.

Ved aquí al mocerío. A ver, ¿quién compra

este de pocos años, de la tierra

del pan, de buen riñón, de mano sobria

para la siega; este otro, de la tierra

del vino, algo coplero, de tan corta

talla y tan fuerte brazo, el que más rinde

en el trajín del acarreo? ¡Cosa

regalada!


                        Y no viene nadie, y pronto

el solo de junio irá de puesta. Próspera

fue en otro tiempo nuestra mercancía.

Pero esperad, no recordéis ahora.

¡Nuestra feria está aquí! Si hoy no, mañana;

si no mañana, un día. Lo que importa

es que vendrán, vendrán de todas partes,

de mil pueblos del mundo, de remotas

patrias vendrán los grandes compradores,

los del limpio almacén. ¡Nadie recoja

su corazón aún! Ya sé que es tarde

pero vendrán, vendrán. ¡Tened la boca

lista para el pregón, tened la vida

presta para el primero que la coja!

Ya sé que hoy es igual que el primer día

y así han pasado una mañana y otra

pero nuestra uva no se ablanda, siempre,

siempre, está en su sazón, nunca está pocha.

Tened calma, los oigo. Ahí, ahí vienen.


Y así seguimos mientras cae la tarde,

mientras sobre la plaza caen las sombras.




Claudio Rodríguez. Conjuros, 1958. En Poesía completa (1953-1991). Tusquets, 2001.

Imagen: José Jiménez Aranda. Una esclava en venta. Post. 1892.

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