jueves, 13 de julio de 2017

LA CASA CERRADA



Esta casa cerrada tantos años

donde el aire no corre y huele a moho

y a fermento y a estrago,

y es el polvo la flor de la carcoma,

y tan viciado y tan enrarecido

está el eco en tinieblas

de las voces que alguna vez sonaron

que es muy duro, sangriento, el respirar.

Esta casa en derrumbe y habitada

por el rencor sin fraude 

en cada cuarto, en cada

hondo rincón, en cada desconchado,

donde supura el agrio

afán de la inocencia y su materia

gastada por el miedo y los despojos

de la vergüenza herida.

Esta casa sin camino ni altar

ni tiempo ni esperanza,

puesta en abismo en medio de este pueblo

donde nada se cría, salvo el dócil

estertor de la piedra y el sudario

de la bruma en suspenso.

¿Qué vendaval, qué noche enfurecida

de qué próximo año,

arrancará de golpe

la herrumbre de los goznes

y abatirá las tablas

antiguas que condenan

las puertas y ventanas? ¿Qué aire vivo

aventará por fin el polvo muerto,

tanta miseria indigna,

y tanto hedor de tanta podredumbre?





Conrado Santamaría. La noche ardida. Ruleta Rusa Ediciones, 2017.

Imagen: Manuel Álvarez Bravo

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