Si uno pudiera ser un piel roja siempre alerta, cabalgando sobre un caballo veloz, a través del viento, constantemente sacudido sobre la tierra estremecida, hasta arrojar las espuelas porque no hacen falta espuelas, hasta arrojar las riendas porque no hacen falta riendas, y apenas viera ante sí que el campo era una pradera rasa, habrían desaparecido las crines y la cabeza del caballo.
Franz Kafka. La condena. Traducción: J. R. Wilcok. Alianza editorial, 1983.
Imagen: Retrato de Pájaro rojo, sioux, c. 1908.
Me recuerda a Paco de Lucía. Preguntado éste por la diferencia entre la guitarra flamenca y la americana respondió: Es como montar un caballo a pelo o montarlo ensillado.
ResponderEliminarDemasiados intermediarios entre la naturaleza y nosotras.
Salud!
Más que demasiados, Loam, sobre todo de armas, mentiras y muerte. Salud!
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