lunes, 22 de enero de 2024

CON LAS MANOS


 

No aman de igual forma

los ricos y los pobres.

 

Los pobres aman con las manos.

Los pobres aman en la carne y con gula,

en las peores estampas,

en condiciones famélicas

y con todo en su contra.

 

Los pobres aman sin bonitos decorados.

Entienden de lunes y de tedios domingueros

y de gastos imprevistos de facturas

y de angustias que embisten mes a mes a quemarropa.

 

El amor de los pobres no sale por la ventana

aunque el dinero entre por la puerta

(que nunca entra)

(aunque no haya ventanas).

 

Los pobres han aprendido

a amarse a oscuras por eso mismo.

Han aprendido a amarse malalimentados,

malvestidos, malqueridos,

porque el hambre agudiza el ingenio

y en sus jardines también crecen las flores

(aunque no hay jardines).

 

Los pobres han aprendido a aprovechar

los vis a vis

entre jornada y jornada de trabajo

(aunque no haya trabajo)

y saben darse placeres nunca tasados,

de valor incalculable,

y han aprendido a disfrutar las circunstancias

y la sopa de sobre,

el viejo colchón y la cuesta de enero.

 

Y parece que su amor se yergue

indestructible a pesar de;

a pesar de las miles de plagas,

de los sueños frustrados

y fracasos andantes,

de las crisis cíclicas

y de las hambrunas

y de guerras,

más valientes que Heracles,

más Odiseo que Odiseo.

 

Y parece que su amor se extiende

y se multiplica

al ritmo que se multiplican los pobres,

al ritmo que se multiplican los infortunios

y los desastres naturales que golpean siempre

en las casas de los pobres.

 

Y ese amor está a la altura de Urano,

a  la altura de Urano y de Gea juntos,

y es la única arma que tienen los pobres

para defenderse.

 

Por eso han aprendido a cultivar flores

y a cantar bien sus penas,

y han inventado las mejores obras

y los mejores instrumentos.

Por eso entienden de arte

y saben encontrarlo donde lo haya,

aunque no lo haya

(que siempre lo hay).

 

Y han aprendido a aprovechar el carisma

y la jerga,

y a escribir poemas inmortales

sobre amores complicados,

y saben de cosquillas,

y saben de boleros,

y saben de desnudos

y de darlo todo,

que no es más que lo puesto:

las manos y la lengua,

la forma de otear el horizonte

y los cánticos en contra del patrón.

 

Yo siempre he amado de esta manera.

 

Yo te amo como aman los pobres,

y me temo

que durante mucho tiempo, mucho tiempo

esto seguirá siendo así.

 

 

Gata Cattana. La escala de Mohs. Penguin Random House, 2019.

Imagen: Nick Hedges

2 comentarios:

  1. Se fue tranquila. Siguió su destino y me dejó un precioso e imprescindible tarareo. Se fue a recorrer el universo.

    Chiloé

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    1. Dejó muchos tarareos, Chiloé, muchos e imprescindibles. Salud!

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