Ha llovido magma hirviente
licuando todas las formas
(el hombre-pájaro que pende,
solidificado, rehúsa mirarnos,
último reproche)
Solitarios monolitos se elevan sobre el cielo luminoso,
como inverosímiles dioses (después de la tormenta).
Europa es una masa indefinible de desechos.
La lava ha corroído la suficiencia de las piedras,
perforado los metales,
mineralizado los árboles y las plantas.
Licuó las montañas,
obstruyó los ríos.
En medio de la descomposición,
sopla la inmutabilidad de la muerte.
Cuelgan fósiles, miembros desplazados,
tótems rotos, cuerpos devorados por el magma.
La luz apocalíptica ilumina restos retorcidos.
Pero quedamente,
por debajo de las formas fosilizadas
y la confusión de gestos,
se sospecha
la vida larvaria
que comienza a latir,
con un espasmo de horror.
Círculo infernal del eterno retorno.
Cristina Peri Rossi. Europa después de la lluvia, 1987. En La barca del tiempo. Antología poética. Visor, 2016.
Imagen: Max Ernst. L’ Europe après la pluie II, 1942.
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