Se fabrican mortajas como se fabrican los tiempos: por Suiza, a base de infiernos fiscales que aguardan quemar más barriles de petróleo; desde Suiza, con relojes que se modelan oxidables y en forma de pentágono para que nadie recuerde la última guerra, la hora de la última víctima.
Todo lo demás son franquicias, sucursales que envuelven en excusas geoestratégicas el tic-tac eterno de los muertos.
Como soy un poco golosón, me quedaría con los bollos suizos como dulzor posible. Pena de mí, que ya casi toda la harina se fabrica con transgénicos, que es la guerra de las mismas élites contra la biodiversidad.
Ángel Calle. En Palabras de barricada. Una recopilación de anarcoversos. Coord.: Fernando Barbero. Queimada, 2015.
Imagen: Amalia García Fuertes
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