Señora Haidar recuerda usted al hombre del pantalón negro
Y de las bolsas blancas… (fue allá en la lejana Katai: cerca de Tiananmen
la puerta del cielo…)
Se mantuvo firme contra los gigantes blindados de hierro…
De pie (frágil e imponente: a un tiempo…) Los desafió en eterno instante
De minutos eternos
(fue emocionante: dijeron todos…)
Quién se acuerda ya de él: me dirá usted… (y con toda la razón: pues son tantos los desarrapados
del mundo que llevan bolsas blancas...)
La moneda del pueblo manda (pero no los pueblos: me dirá usted
con toda razón una vez más…) Y los gigantes blindados de hierro
Finalmente pasaron (esos siete emocionantes minutos eternos
también pasaron…)
No lo recordará tampoco quizás: pero decenas de artistas
Clamaron
Y lastimosearon cansinamente a la audiencia y a los gobiernos…
Si aquel hombre –frágil e imponente– era vencido
La esperanza acabaría con él… (eso dijeron: mientras se hacían fotografías
a su costa
y añadían todas esas memeces
que los artistas –y los premios Nobel– añaden
cuando quieren hacerse una foto…)
Señora Haidar su pueblo y usted ya han sido vencidos
Hace tiempo… (los artistas y los premios Nobel ya se hicieron fotos
entonces: como ahora
y lastimosamente: como ahora también…) Usted volverá o morirá
No importa…
Tal vez haya vuelto ya…
Y los artistas –y los premios Nobel– se harán aún algunas fotos más…
Hasta el siguiente hombre con bolsas blancas
O la siguiente mujer con velo
Y continuarán pordioseando esperanza (o salarios dignos: les da igual…)
A usted le espera el olvido: lo sabe (como al hombre de las bolsas blancas
de la lejana Katai
allí plantado
frente a los gigantes blindados de hierro: quién lo recuerda ya…)
Los artistas –y los premios Nobel– seguirán haciéndose fotos
Y pordioseando esperanza (y salarios dignos) O escribiendo poemas
Y canciones…
Mientras su pueblo y usted han sido ya vencidos (como los trabajadores
que se han olvidado de que no hay salario digno
que pague sus vidas
y las vidas de los que les precedieron a la rueda del molino
que la tritura a usted
por cierto
señora Haidar
y a su pueblo
y que fabrica todos los gigantes blindados de hierro…)
No se haga ilusiones las fotos no son para usted…
La habremos olvidado pronto: como al hombre de las bolsas blancas
Usted y su pueblo sólo son nuestro próximo olvido…
Como Tinduf (o como los niños mascota de los veranos
en nuestras piscinas…)
* Este poema fue publicado en la web «Manual de Lecturas Rápidas para la Supervivencia», MLRS, el 18 de diciembre de 2009. Y también en los blogs personales de David González y Antonio Martínez i Ferrer.
Matías Escalera Cordero. Recortes de un corazón herido por la esperanza. Huerga & Fierro, 2019.
Imagen: Moulud Yeslem. Las huellas.
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