Leí y releí con placer tu poemario, asombrada de su bello engranaje y coherencia. Has logrado un efecto estético muy poderoso por la contundencia y claridad de sentido, reforzado por la sencillez y brevedad de su estructura. Hay pensamiento labrado a conciencia, con las herramientas que te caracterizan: amor e inteligencia a aquello que habría de hacernos dignas almas del Alma: la pertenencia leal, la honestidad generosa y la denuncia de la carcasa infame del trabajo que constriñe la labor humana y la deshumaniza con ahínco.
Me hizo recordar ese poema sarcástico FIN DE de la Poética de las Estructuras: "Cada día es el fin del mundo/ de una muerte precaria./ Solo el trabajo es leal:/ Cumple con la precariedad/ eficientemente. /Quiero mi muerte/ con su fin de labor."
De nuevo tu perseverante e incisiva denuncia que grita a las conciencias supuestamente despiertas, alienadas a una apariencia de derechos, entretenidas en picotear migajas edulcoradas, esos emolumentos que nos enfangan más y más hondo en tierra infecunda. Tu voz contra el desbaratamiento de energía, al servicio de un redoblamiento de sumisión que impulsa y perpetúa el macabro sistema. En esta dirección, fabuloso el haiku XXV: Soy tiempo muerto/ ocioso o trabajando,/ siempre de entierro.
En fin, todo eso y más está aquí, expuesto como los higadillos ensangrentados del mundo, como así concluyes con el último haiku, de todas todas mi preferido: Treinta poemas/ labré en campo de sangre/ quedan las piedras. ¡Soberbio! Y soberano, de lo verdaderamente nuestro.
Mi enhorabuena, poeta. Te agradezco mucho que me lo hayas mandado y dedicado.
Curiosamente, ando yo manejando piedras como material de trabajo. Piedras del Cap de Creus, humildes y resistentes. De las que nos sobreviven, sin más voz que su fisicidad incólume, o casi. Los arañazos del tiempo tampoco las despiertan, pero quién sabe; como escribió Roger Caillois “hay piedras que engendran. En el seno de la tierra nacen piedras óseas”. Tal vez ese sea el origen del fémur descarnado con que cierras el libro. Fue verlo y dolerme la pierna. Así de poderoso tu Salario.
Te pongo la imagen de una Mínima Intervención. Y te cuento que un amigo, pastor del Cap de Creus (también -ay- jardinero de segundas residencias) al verlas me dijo que parecían hachas prehistóricas, que en otro tiempo se ponían en los tejados de las masías para esquivar los relámpagos.
Joana Casanovas
Imagen: Joana Casanovas. Mínima Intervención. Pedres.
Magnífica reseña. La suscribo. Yo aún no he terminado de leerlo. Quiero decir, de cada haiku surgen pensamientos, recuerdos y reflexiones que se desplazan hasta inesperados horizontes. Parece mentira que con tan pocas palabras en la caldera se prendan tan descomunales incendios en el intrincado bosque de la mente.
ResponderEliminar(No he perdido la esperanza: algún día aprenderé a escribir. En ello estoy.)
Salud!... y gracias una vez más, Conrado.
La humildad es la arcilla del genio, Loam. Salud e incendios!
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