jueves, 29 de agosto de 2024

[No sé más que tú]


 

No sé más que tú

No soy más que tú

No salto más que tú

No follo más que tú

No rindo más que tú

No adelanto más que tú

No sueño más que tú

 

 

Jorge Riechmann. W. Rengo Wrongo seguido de Historias del señor W. Gato Encerrado, 2022.

Imagen: Don Hong-Oai. Amigos, 1964.

2 comentarios:

  1. Que apropiados esos versos de Reichmann que hoy nos traes, Conrado.
    La gramática del castellano permite eludir (y elidir) aquello que en otras es obligatorio (el francés y el inglés, por ejemplo. Tanto en el decir, como en el escribir): el "yo".
    Primera persona, lo llaman (como Dios: primera persona de la triangular trinidad).
    Debería ser la segunda, pues, de hecho, la primera en aparecer es "tú". Ese "tú" -el otro, lo otro- es la condición para que "yo" pueda ser pronunciado. Es lo previo a ese "yo", que niega o afirma.
    Se trata de un "yo" con insaciable hambre de más "yo". Ese "yo" es un simulacro. Es decir, una copia de la copia.
    Operación incesante que, de algún modo, esos versos ponen de relieve.
    Salud !

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Una reflexión muy atinada, Joan. Y no te digo nada cuando ese “yo” teológico y superlativo, copia de copia, se atrinchera en las así llamadas naciones: qué hambre insaciable de crímenes y monstruosidades. A mayor “yo” identitario, mayor insania.
      Y eso que ese “yo”, subsidiario, como dices, de lo otro, debería ser el más impersonal de los pronombres, pues en su significante cabe todo el mundo; cualquiera, don fulano, doña mengana y hasta el pobre perenganillo, cuando dice “yo” ocupa el lugar de todos y queda transformado en todos y en nadie.
      Salud!

      Eliminar