De niño descubrió en El tesoro de la juventud instrucciones para construir un formicario. Lo hizo y pasó las tardes de muchos años observando en corte transversal la vida de las hormigas. Fue un gran entretenimiento que aguzó su inteligencia. Hoy es jefe de «inteligencia». Conoce todos los secretos, lee todas las cartas, escucha todas las conversaciones telefónicas. Para él la ciudad es un formicario. Puede aplastar a todos como hormigas.
José Emilio Pacheco. Desde entonces, 1975-1978. En Islas a la deriva. Poesía III (1973-1978). Visor, 2011.
Imagen: Yutaka Takanashi
La cultura del miedo, o de la seguridad absoluta, que viene a ser lo mismo.
ResponderEliminarLos dos filos de una misma labris. Salud, Chiloé!
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