Los ciegos desean ver,
oír desea el que es sordo
y adelgazar el que es gordo
y el coxo también correr;
solo el necio veo ser
en quien remedio no cabe,
porque pensando que sabe
no cura de más saber.
Anónimo. Viaje de Turquía, 1557.
Imagen: Pieter Brueghel el Viejo. Dulle Griet (La loca Meg) (Detalle), 1563.
Sabia observación.
ResponderEliminarPreguntada una muchacha de mi pueblo por si sabía leer, contestó con desparpajo: ¡Ni quiera Dios que me enseñen!
Así es, Juan José, y así nos va. Todo el mundo se queja de su poca suerte, de su poco dinero, de su poca salud, pero nadie se queja de su poca inteligencia. Al revés, como muestran muy bien los medios de comunicación, a mayor ignorancia, mayor gala y atrevimiento. Salud!
EliminarMuy bueno. Y el hecho de que tales características -grabadas a fuego en nuestro fuero interno- vengan acompañándonos desde el origen de los tiempos, tiene el efecto que por lo general provocan los buenos libros: Hacen más tontos a los tontos, más listos a los listos y todos los restantes quedan ilesos... (Georg Christoph Lichtenberg)
ResponderEliminarNo sé, Chiloé, si desde el origen de los tiempos. Creo que antes (antes de este modelo socioeconómico que soportamos en el que la ignorancia se hace también dinero) había quizás más consideración hacia el saber, no a la cultura académica y libresca, sino a todos los saberes en general. Hoy en cambio la necedad nos la construyen subjetiva y socialmente como si se tratara de un triunfo. Salud y saberes!
EliminarPues no sé qué decirte. Además, si no eres varón, ni te llamas Emilio (J.J.R.), ni crees en la bondad natural, las posibilidades decrecen...
EliminarEfectivamente, con esos supuestos las posibilidades descienden muchísimo. Salud!
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