El carnicero trae su mandil manchado de sangre
después de filetear la masa amorfa
que deja restos de harina en la camisa del panadero
tan blanca como el yeso que encostra el mono
durante la faena del albañil
dispuesto a limpiar la tinta
que se adhiere a las uñas del impresor
todavía triste
porque vio pasar el fantasma impoluto del amo altivo
y no sabía que el trabajo sucio
nos dota de un cuerpo puro.
Mario Pérez Antolín. de Nadie. Páramo, 2016.
Imagen: Pável Filónov. Fórmula del proletariado de Petrogrado, 1920-21.
Sencillamente buenísimo. Qué gozada!
ResponderEliminarSalud!
Trabajo concreto frente al plusvalor. Salud, Loam!
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