Y bajo la fina lluvia de cenizas pixeladas,
mientras los policías registran papeleras y bocas de alcantarilla
y las voces de las pantallas
anuncian todavía paraísos artificiales y promesas
de amor,
Es la hora de la racima,
prestadme vuestros recuerdos,
mendiga en medio de la rotonda
el joven desheredado del tutú y los herrajes,
orgulloso
entre la multitud de sombras de razón evanescente
proyectadas contra las alambradas,
contra los ídolos de silicona,
el desierto que avanza,
los desfiladeros de cervices rendidas,
contra la niebla muda del vacío.
Es la hora de la racima.
Y el humo de los incendios resplandece en el cielo
y de los edificios continúan cayendo
cuerpos deshabitados
que estallan como burbujas
entre las grietas del asfalto.
Es la hora de la racima,
limpiadme vuestros deseos,
implora
bajo la lluvia de cenizas,
con la música corpórea de su flauta aún no desesperada,
el joven huérfano del tutú y los herrajes,
aunque sabe,
irreparablemente sabe,
que ya no quedan recuerdos que limpiar ni deseos que prestar.
Conrado Santamaría Bastida. Totalitaria. Ediciones del 4 de agosto, 2021.
Imagen: Kikuji Kawada
Tiene potencia para imprimir imágenes en la mente.
ResponderEliminarGracias por tus palabras, Chiloé. Salud!
EliminarGracias siempre a ti, Conrado Santamaría. Sabes perfectamente que cuando un poema da en la diana, de esa manera aparece la poesía.
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