martes, 3 de septiembre de 2024

Elegía 1938


 

Trabajas sin alegría para un mundo caduco,

donde las formas y las acciones no encierran ningún ejemplo.

Practicas laboriosamente los gestos universales,

sientes calor y frío, falta de dinero, hambre y deseo sexual.

 

Héroes llenan los parques de la ciudad en que te arrastras,

y preconizan la virtud, la renuncia, la sangre fría, la concepción.

Por la noche, si llovizna, abren paraguas de bronce

o se recogen en los volúmenes de siniestras bibliotecas.

 

Amas la noche por el poder de aniquilación que encierra

y sabes que, durmiendo, los problemas te dispensan de morir.

Mas el terrible despertar prueba la existencia de la Gran Máquina

y te repone, pequeñito, delante de indescifrables palmeras.

 

Caminas entre muertos y con ellos conversas

sobre cosas del tiempo futuro y negocios del espíritu.

La literatura estragó tus mejores horas de amor.

Al teléfono perdiste mucho, muchísimo tiempo de sembrar.

 

Corazón orgulloso, tienes prisa de confesar tu derrota

y dejar para otro siglo la felicidad colectiva.

Aceptas la lluvia, la guerra, el desempleo y la injusta distribución

porque no puedes, solo, dinamitar la isla de Manhattan.

 

Elegia 1938

 

Trabalhas sem alegria para um mundo caduco,

onde as formas e as ações não encerram nenhum exemplo.

Praticas laboriosamente os gestos universais,

sentes calor e frio, falta de dinheiro, fome e desejo sexual.

 

Heróis enchem os parques da cidade em que te arrastas,

e preconizam a virtude, a renúncia, o sangue-frio, a concepção.

À noite, se neblina, abrem guarda-chuvas de bronze

ou se recolhem aos volumes de sinistras bibliotecas.

 

Amas a noite pelo poder de aniquilamento que encerra

e sabes que, dormindo, os problemas te dispensam de morrer.

Mas o terrível despertar prova a existência da Grande Máquina

e te repõe, pequenino, em face de indecifráveis palmeiras.

 

Caminhas entre mortos e com eles conversas

sobre coisas do tempo futuro e negócios do espírito.

A literatura estragou tuas melhores horas de amor.

Ao telefone perdeste muito, muitíssimo tempo de semear.

 

Coração orgulhoso, tens pressa de confessar tua derrota

e adiar para outro século a felicidade coletiva.

Aceitas a chuva, a guerra, o desemprego e a injusta distribuição

porque não podes, sozinho, dinamitar a ilha de Manhattan.

 

 

Carlos Drummond de Andrade. Sentimento do mundo. Pongetti, 1940. Traducción: Conrado Santamaría

Imagen: Bruce Gilden. Nueva York, 2001.

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