¡Pero mira que es falsa
la razón de este tiempo!,
primero te responde,
y te pregunta luego.
Conrado Santamaría. Tanteos.
Imagen: Jean-Michel Basquiat. Untitled (Boxer), 1982.
¡Pero mira que es falsa
la razón de este tiempo!,
primero te responde,
y te pregunta luego.
Conrado Santamaría. Tanteos.
Imagen: Jean-Michel Basquiat. Untitled (Boxer), 1982.
En la garganta de un beodo muerto
se quedan las palabras que despreció la poesía.
Yo las rescato con manos de fantasma
con manos piadosas es decir
ya que todo lo muerto tiene la licuada piedad
de su propia experiencia.
Furtivamente os las abandono:
feas las caras sucias bajo el esplendor de las lámparas
babeantes sobre su desnudez deforme
los dientes y los párpados apretados esperando el bofetón.
Amadlas también os digo. Reñid a la poesía
la limpidez de su regazo.
Dotadlas de biografía ilustre.
Limpiadles la fiebre de la frente
y rodeadlas de serenas frescuras
para que participen también de nuestra fiesta.
Roque Dalton. El turno del ofendido, 1962. En Antología. Visor, 2000.
Imagen: Roger Ballen
YO NO CAMBIO
la palabra
por la cifra,
ni la sangre
por la tinta,
ni el grito
por el disparo,
ni la lágrima
por el plástico,
ni el iluso
por el práctico,
ni el hecho cantable
por el hecho contable.
Dejadme
con mis propias ideas
hasta
que acaezcan.
Francisco Pino. Textos económicos, 1969. En Calamidad hermosa. Antología. Cálamo, 2010. Edición: Esperanza Ortega.
Imagen: John Anthony Baldessari. Money, with Space Between, 1994.
Descansaba la gran villa envuelta en discreta luz, mientras en sus lóbregos alrededores se agitaban los aventureros de la vida, sin miedo al peligro.
Maltrana, contemplando el lejano Madrid, creyó ver un símbolo de la vida moderna, de la desigualdad social implacable y sin entrañas.
Los dichosos, los ahítos, descansaban tranquilos al calor de una civilización cuyas ventajas eran los únicos en monopolizar. La caravana de los felices no quería ir más allá, creyendo haber visto bastante. Dormían en torno de la hoguera, acariciados por su tibio aliento, con el voluptuoso sopor de una digestión copiosa. Y más allá del círculo rojo trazado por las llamas, en el muro de sombras temblonas tras las cuales estaba lo desconocido, brillaban ojos coléricos, sonaba el rechinar de las uñas al afilarse, estallaba el gruñido de las bestias hambrientas, cegadas por tanto resplandor. Los vagabundos del desierto social, los desertores de la caravana, los expulsados de ella, las fieras, los abortos de la noche, rondaban en torno del vivac, sin atreverse a salir del círculo de tinieblas, por miedo a afrontar la luz.
Les cegaba el fuego; intimidábales con glacial escalofrío el brillar de las armas caídas junto a los durmientes. Amenazaban, rugían; pero los dichosos, sumidos en dulce sueño, no podían oír sus amenazas y sus rugidos.
Maltrana pensó que alguna vez la hoguera, falta de nuevos combustibles, se extinguiría poco a poco; y cuando sólo quedasen rojos tizones y las tinieblas voraces invadiesen el círculo de luz, vendría la gran pelea, la lucha en la sombra, el empujón arrollador de la muchedumbre, el asalto de los engendros de la obscuridad, para apoderarse de todas las riquezas de los felices: de los bagajes que contienen el bienestar, monopolizado por ellos; de las armas, que son su mejor derecho.
Vicente Blasco Ibáñez. La horda, 1906. Alianza Editorial, 1998.
Imagen: Max Ernst. La Horde, 1927.
Una buena tarde
Es un decir
Vas andando por la calle
Y ves a lo lejos un niño
De cuatro años algo crecido
Justo cuando os cruzáis
Señalas una puerta lógica en el suelo
El crío mira intrigado hacia abajo
Y le clavas un fierro en la espalda
El joven entre estertores y espumarajos
Muere sin comprender que está en una fiesta
Los que admiran la escena aplauden
A lo lejos se ve venir otro chiquillo
COROLARIO
Tienes que ser muy valiente
Y poseer fuertes principios
Para finalizar la corta vida
De un zagal que no habla
De un chaval que no entiende
De un angelito que está en cueros
De una criatura del señor que tiene cuernos
ESCOLIO
La tauromaquia es una de las formas vigentes de la
barbarie. En cuanto a la figura del torero, creo que es
esencialmente un cobarde. Un hombre que con todo
un aparato racional de estrategias, armas, estocadas
practicadas, clases y mucho estudio premeditado, se
mide frente a un animal pasmado por la sorpresa, por
la ansiedad; un animal que no tiene otro recurso que
los reflejos de su instinto primario. Bajo esa
disparidad podemos medir el valor de los toreros. La
valentía verdadera no soporta desniveles tan abusivos.
Por eso para mí los toreros no son valientes, sino más
bien bufones; los bufones de la valentía.
JORGE LUIS BORGES
Los animales son mis amigos
Y yo no me como a mis amigos
Con forma humana o animal
Todos son hijos del Padre
Dios le dijo al hombre que no podía matar
A los animales para su entretenimiento
FRANCESCO DE ASISI
José García (del Colectivo Manuel). Principia Matemática Tabernaria. Inédito.
Imagen: Francis Bacon. Head I, 1948.