Y vuelves, Salvochea,
un día y otro día de este otoño
tan ocre castellano,
a formar sin tardanza
tu círculo de luz en las tinieblas.
Con tu conciencia a cuestas, tu entusiasmo
de fe en los compañeros
tan lejos de sus casas, mientras duelen
aún las cicatrices,
las suyas y las tuyas,
mientras rugen cañones al extremo
del mundo que desgarran
la carne en carne viva,
tú señalas, resuelto,
este cielo a la mano que entona la meseta.
Entre órbitas limpias que la razón tamiza
y pálpitos de estrellas que estremecen,
entre las maravillas celestes de Camilo,
“¡Hay que expropiar!”,
les dices, Salvochea,
“¡hay que expropiar la tierra, compañeros!,
¡sus olores de lluvia amanecida!,
¡la sazón de sus frutos!,
¡el arrullo del viento sobre el granar del trigo!
¡Hay que expropiar la mar
y su incesante
vaivén irreparable!
¡Hay que expropiar la luz
que nos iguala,
el bien que nos guarece!
¡Hay que expropiar, hermanos,
la palabra!,
¡que florezca
su inmediato sentido verdadero!
¡Hay que expropiar las leyes de los astros,
que son al fin las leyes de los hombres!”
Y ya se alza la luna
iluminando
el cerro del Castillo y el relente,
los surcos y las rejas que nutren las semillas.
E voltas, Salvochea,
um dia e outro dia deste outono
tão ocre castelhano,
a formar sem atrasos
o teu círculo de luz nas trevas.
Com a tua consciência às costas, o teu entusiasmo
de fé nos companheiros
tão distantes das suas casas, enquanto doem
ainda as cicatrizes,
as suas e as tuas,
enquanto rugem canhões ao extremo
do mundo que desgarram
a carne em carne viva,
tu assinalas, determinado,
este céu à mão que entoa a meseta.
Entre órbitas limpas que a razão depura
e palpites de estrelas que estremecem,
entre as maravilhas celestes de Camilo,
“Há que expropriar!”,
diz-lhes, Salvochea,
“há que expropriar a terra, companheiros!,
os seus cheiros de chuva amanhecida!,
a sazonalidade dos seus frutos!,
o murmúrio do vento sobre a espiga do trigo!
Há que expropriar o mar
e o seu incessante
vai-vem irreparável!
Há que expropriar a luz
que nos iguala,
o bem que nos ampara!
Há que expropriar, irmãos,
a palavra!,
que floresça
o seu imediato e verdadeiro sentido!
Há que expropriar as leis dos astros,
que são afinal as leis dos homens!”
E já se levanta a lua
iluminando
o outeiro do Castelo e o relento,
os sulcos e as relhas que nutrem as sementes.
Conrado Santamaría Bastida. De vivos es nuestro juego, 2015. En Y no cejar / E nâo recuar. Antología (2011-2021). Traducción Carlos d`Abreu. Caraba Ibérica, 2022.
Imagen: Amalia García Fuertes
Me ha deslumbrado mucho la historia que disfrazas de poema.
ResponderEliminarChiloé
A veces los poemas han de disfrazar la historia para hacerla más real, más verdadera. Salud, Chiloé!
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