Los murciélagos se esconden entre las cornisas
de la aduana. Pero ¿dónde se esconden los hombres,
que viven su vida entera en la oscuridad,
golpeándose contra las paredes blancas del amor?
La casa de nuestro padre estaba llena de murciélagos
colgados, como lámparas, de los viejos travesaños
que sostenían el tejado amenazado por las lluvias.
«Estos hijos nos chupan la sangre», suspiraba mi padre.
¿Qué hombre arrojará la primera piedra a ese mamífero
que, como él, se nutre de la sangre de otros animales
(¡hermano!) y, comunitario, exige
el sudor de su semejante incluso en la oscuridad?
En el halo de un seno joven como la noche
se esconde el hombre; en la guata de su almohada, en la luz del faro
el hombre guarda las monedas doradas de su amor.
Pero el murciélago, que duerme como un péndulo, solo guarda el día ofendido.
Al morir, nuestro padre nos dejó (a mí y a mis ocho hermanos)
su casa donde la noche llovía a través de las tejas rotas.
Pagamos la hipoteca y conservamos los murciélagos.
Y entre nuestras paredes revolotean, ciegos como nosotros.
OS MORCEGOS
Os morcegos se escondem entre as cornijas
da alfândega. Mas onde se escondem os homens,
que contudo voam a vida inteira no escuro,
chocando-se contra as paredes brancas do amor?
A casa de nosso pai era cheia de morcegos
pendentes, como luminárias, dos velhos caibros
que sustentavam o telhado ameaçado pelas chuvas.
“Estes filhos chupam o nosso sangue”, suspirava meu pai.
Que homem jogará a primeira pedra nesse mamífero
que, como ele, se nutre do sangue dos outros bichos
(meu irmão! meu irmão!) e, comunitário, exige
o suor do semelhante mesmo na escuridão?
No halo de um seio jovem como a noite
esconde-se o homem; na paina de seu travesseiro, na luz do farol
o homem guarda as moedas douradas de seu amor.
Mas o morcego, dormindo como um pêndulo, só guarda o dia ofendido.
Ao morrer, nosso pai nos deixou (a mim e a meus oito irmãos)
a sua casa onde à noite chovia pelas telhas quebradas.
Levantamos a hipoteca e conservamos os morcegos.
E entre as nossas paredes eles se debatem: cegos como nós.
Lêdo Ivo. Finisterre, 1972. En Los andamios del mundo. Antología poética. Selección y traducción: Martín López-Vega. Prólogo: Juan Manuel Bonet. Visor, 2025.
Imagen: Goya. Modo de volar, de la serie Disparates (estampas y dibujos, ca.1815-1824).

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