miércoles, 17 de diciembre de 2025

1973


 

Han bombardeado La Moneda y se ha producido

la estampida. Las calles quedaron vacías y a esta

hora las embajadas están atestadas de gente. Yo

fui apresado en la madrugada en Valparaíso pero

eso no importa. Importa que necesito amor y estoy

solo. Tampoco importa que los tipos hayan huido

como ratas. Es la vida. Yo sé bastante de eso. O

por lo menos. A mí se me había adelantado un

poco, me refiero a la vida, claro. Tenía hijos y la

que entonces era mi primera mujer me buscaba.

Habíamos roto hace algunos meses, pero igual me

buscaba. Yo creo que la verdad es siempre algo

muy simple. Los tipos corrieron a perderse y ya

está. Yo habría hecho lo mismo. Me guardaron en

la bodega de un carguero. Mal asunto. Me la

imagino perfectamente con mi estampita de

desaparecido pegada al chaleco y dando la lata.

Me refiero a la que era mi mujer, claro. Excelente

tipa, pero me la imagino perfectamente. Huyeron

como ratas. Fue lo que dije. Al primer empujón.

He comenzado a teclear esto porque estoy solo y

necesito amor. Es simple. Todos necesitan un

poco de amor. Los boquerones de los bombardeos

han permanecido desde hace años allí. Es algo que

un niño podría entender. Quienes pasan por allí lo

hacen rápidamente. Nadie mira mucho rato allí.

 

 

Raúl Zurita. Zurita. Editorial Delirio, 2012.

Imagen: Bombardeo del Palacio de La Moneda, 1973.

No hay comentarios:

Publicar un comentario