Allá va el huaso Perquenco
en su caballo alazán
ocho gendarmes lo siguen
cuándo lo van a alcanzar
Tres muertes dicen que debe
el mango de su puñal
uno era un viejo avariento
con cara ´e necesidá
otro un tinterillo loco
que lo iba a denunciar
y el otro su propio hermano
que se la quiso jugar
Corran y vuelen si quieren
hasta que les dé puntá
yo sé que el huaso Perquenco
ni Cristo lo pillará
mejor es que no lo pillen
puede dejar la cagá
A medianoche llegó
cerca de la Rinconá
aónde el huaso del diablo
tenía a su pior en ná
Que se levante mi suegra
que se levante mi ahijá
aquí viene su pairino
a escuchar una toná
Debajo de un roble huacho
trató de desensillar
pero traía una libra
de plomo en la riñoná
Apure mi negra linda
maire de la caridá
y sáqueme esta basura
mire que ya no doy más
Al ver correr tanta sangre
ella no atinaba a ná
por poco no se desmaya
con qué lo voy a curar
sin vendas sin algodón
y sin agua oxigená
Cómo que con qué señora
con este mesmo puñal
y al otro día amanece
tan alto como un peral
En esto comparecieron
al trote la autoridá
claro que al huaso le habían
pasado ya la nombrá
y se les volvió a´cer humo
al fondo de la quebrá
Nicanor Parra. Hojas
de Parra, 1985. En Chistes parra
desorientar a la policía poesía. Visor, 2006.
Imagen: Mauricio Rugendas. Alegoría de la revolución.
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