miércoles, 30 de junio de 2021

Tirados al aire


 

Requisaron

            los ojos

                        las uñas

                                   los cabellos

esposaron

            la lengua

                        los libros

                                   la madre

y como

            entre las argollas

                        el puño se multiplicaba

herrados

            desnudos

                        sin pasaportes

                                   nos tiraron al aire.

 

 

Diana Morán. Reflexiones junto a tu piel. Editorial Signos, 1982.

Imagen: Charles Brittin

martes, 29 de junio de 2021

[Meditad preferentemente sobre las frases más vulgares ...]


 

Meditad preferentemente sobre las frases más vulgares que suelen ser las más ricas de contenido. Reparad en ésta, tan cordial y benévola: «Me alegro de verte bueno». Y en ésta de carácter metafísico: «¿Adónde vamos a parar?» Y en estotra, tan ingenuamente blasfematoria: «Por allí nos espere muchos años». Habéis de ahondar en las frases hechas antes de pretender hacer otras mejores.

 

Antonio Machado. Juan de Mairena, 1936.

Imagen: Antanas Sutkus. Joven médico, 1970.

lunes, 28 de junio de 2021

MEDITACIÓN SOBRE UNA IMAGEN CÓNCAVA


 

Ahora cuanto fuimos

no capaces de amar

nos mira no engendrado.

                                               Espejo.

 

 

José Ángel Valente. Interior con figuras. Ocnos-Barral, 1976.

Imagen: John Boyd. Ambivalent position.

domingo, 27 de junio de 2021

[Tanta palabrería yo]


 

Tanta palabrería yo

no sé si irme por la delantera

o por la trasera.

Me voy a hacer

     mercenario.

Más bueno que bueno las arañas

también pican.

¿Y tú, que tienes una familia?

 

 

Conrado Santamaría. Lóbiter (Archivo de crisis). Amargord, 2019.

Imagen: Ben Shahn. Mineros en Calumet, Pensilvania, 1935.

sábado, 26 de junio de 2021

SUEÑE SIN MIEDO, AMIGO


 

Poco le quedaría al corazón si le quitáramos su pobre

noche manual en la que juega a tener casa,

comida, agua caliente,

y cine los domingos.

Hay que dejarle la huertita donde cultiva las legumbres;

ya le quitamos los ángeles, esas pinturas doradas,

y la mayoría de los libros que le gustaron,

y la satisfacción de las creencias.

Le cortamos el pelo del llanto,

las uñas del banquete, las pestañas del sueño,

lo hicimos duro, bien criollo,

y no lo comerá ni el gato

ni vendrán a buscarlo entre oraciones

las señoritas de la Acción Católica.

Así es nomás: sus duelos

no se despiden por tarjeta,

lo hicimos a imagen de su día y él lo sabe.

 

Todo está bien, pero dejarle un poco

de eso que sobra cuando nos atamos

los zapatos lustrados de cada día;

una placita con estrellas, lápices de colores,

y ese gusto en bajarse a contemplar un sapo o un pastito

por nada, por el gusto,

 

a la hora exacta en que Hiroshima

o el gobierno de Bonn o la ofensiva

Viet Mihn Viet Nam.

 

 

Julio Cortázar. Salvo el crepúsculo, 1984. En Algunos pameos y otros prosemas. Plaza & Janés, 1998.

Imagen: Arturo Rivera