Hay en tu ojo
otro ojo de semilla,
abierto a tu parpadeo
de mundo en constante florecer.
David Bobis. La sed de la arena. Amargord, 2012.
Imagen: Masao Yamamoto
Hay en tu ojo
otro ojo de semilla,
abierto a tu parpadeo
de mundo en constante florecer.
David Bobis. La sed de la arena. Amargord, 2012.
Imagen: Masao Yamamoto
Requisaron
los ojos
las uñas
los cabellos
esposaron
la lengua
los libros
la madre
y como
entre las argollas
el puño se multiplicaba
herrados
desnudos
sin pasaportes
nos tiraron al aire.
Diana Morán. Reflexiones junto a tu piel. Editorial Signos, 1982.
Imagen: Charles Brittin
Meditad preferentemente sobre las frases más vulgares que suelen ser las más ricas de contenido. Reparad en ésta, tan cordial y benévola: «Me alegro de verte bueno». Y en ésta de carácter metafísico: «¿Adónde vamos a parar?» Y en estotra, tan ingenuamente blasfematoria: «Por allí nos espere muchos años». Habéis de ahondar en las frases hechas antes de pretender hacer otras mejores.
Antonio Machado. Juan de Mairena, 1936.
Imagen: Antanas Sutkus. Joven médico, 1970.
Ahora cuanto fuimos
no capaces de amar
nos mira no engendrado.
Espejo.
José Ángel Valente. Interior con figuras. Ocnos-Barral, 1976.
Imagen: John Boyd. Ambivalent position.
Tanta palabrería yo
no sé si irme por la delantera
o por la trasera.
Me voy a hacer
mercenario.
Más bueno que bueno las arañas
también pican.
¿Y tú, que tienes una familia?
Conrado Santamaría. Lóbiter (Archivo de crisis). Amargord, 2019.
Imagen: Ben Shahn. Mineros en Calumet, Pensilvania, 1935.