Discúlpenme, pero no. No voy a insistir nuevamente en la transcendencia del alma de las mitocondrias, examinadas con vértigo y mucho dinero a través del microscopio. Tampoco discutiré sobre la porosidad o la impermeabilidad de su sectarismo, su sectarismo de ustedes, claro está. Cualquiera que me conozca, sabe que a mí se me gana con una simple gota de lluvia, una cuchara de madera o el tacto de un aroma con ritmo. La ciencia, de un tiempo a esta parte, se nos ha convertido en la publicidad de un tarro de confitura en medio de un mundo superpoblado por el hambre y la diabetes. Y por si les quedaba alguna duda, nunca me verán a mí asando castañas con un mechero bunsen en un polo de desarrollo.
Sacha Viveros. El borrador absoluto. Nebulosa, 2018.
Imagen: Bruno Barbey
Toma! Bien por Sacha.
ResponderEliminarSalu!
Bien por toda la gente que pone un palito en la rueda de lo que llaman Progreso. Salud!
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