La verdadera felicidad y
beatitud de cada individuo consiste exclusivamente en la fruición del bien y no
en la gloria de ser uno solo, con exclusión de los demás, el que goza del
mismo. Pues quien se considera más feliz, porque sólo a él le va bien y no tanto
a los demás o porque es más feliz y más afortunado que ellos, desconoce la
verdadera felicidad y beatitud; ya que la alegría que con ello experimenta, si
no es puramente infantil, no se deriva más que de la envidia o del mal corazón.
Por ejemplo, la verdadera felicidad y beatitud del hombre consiste únicamente
en la sabiduría y en el conocimiento de la verdad y no, en absoluto, en ser más
sabio que los demás o en que éstos carezcan del verdadero conocimiento; puesto
que esto no aumenta en nada su sabiduría, es decir, su felicidad. De ahí que,
quien disfruta de eso, disfruta del mal de otro y, por consiguiente, es
envidioso y malo, y no ha conocido ni la verdadera sabiduría ni la tranquilidad
de la vida verdadera.
Baruch Spinoza. Tratado teológico-político, 1670.
Traducción: Atilano Domínguez. Alianza Editorial, 1986.
Imagen: Samuel Hirszenberg. Spinoza excomulgado, 1907.