Yo no puedo tener un verso dulce
que anestesie a los niños
y mueva suavemente las hamacas como una brisa esclava.
Porque yo no he venido aquí a hacer dormir a nadie.
Además… esa tempestad ¿quién la detiene?
¡Eh, tú, varón confiado que dormitas! Levántate, recoge
tus zapatos y prosigue…
Porque yo no he venido aquí a hacer dormir a nadie.
Hacia las cumbres trepan los dioses extenuados buscando
un resplandor
Y aquí voy yo con ellos,
entre el sudor y el polvo de sus inmensos pies descalzos,
aquí voy yo con ellos, atropellado y sacudido, pero agarrándome
a sus plantas como las pinzas de un insecto,
clavándome en su sangre
como un pulgón,
como una nigua… maldiciendo… blasfemando…
Porque yo no he venido aquí a hacer dormir a nadie:
ni a los niños
ni a los hombres
ni a los dioses.
León Felipe. Poesías
completas. Visor, 2010.
Imagen: Alfred Kubin. El
momento del nacimiento, 1902.
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