Desde el fondo del laberinto
los dioses nos miraban tristes. Abrimos la puerta a la gran manada y corrieron
los dioses con un tibio bramido por los campos. Así escogimos al mejor, al más
robusto, al más bello entre todos, y lo sacrificamos en holocausto. El suceso
corrió de boca en boca. Cayeron Palmira, Babilonia, Troya. Hubo matanzas
colectivas en lejanas ciudades. Noé se apresuró a largar amarras con su muestra
anacrónica de especies animales. Bajo una lluvia tenaz de cuarenta días y
cuarenta noches arreamos sin tregua el rebaño divino hasta la escondida entrada
del laberinto. Desde el fondo los dioses nos miran sin comprender, pues no
saben cuál de ellos será el próximo.
José Ángel Valente. El inocente, 1970. En Punto cero. Poesía 1953 – 1979. Seix
Barral, 1980.
Imagen: Francis Bacon. Tres estudios para figuras en la base de la
crucifixión, 1944.
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