martes, 17 de julio de 2018

LA VOZ DE SU AMO


Para algunos poetas,

solo la Coca Cola, el FMI o los Marines

tienen permiso

para cambiar el mundo.


Su consigna es clara:

Si algo te hace daño, cambia de canal,

pero no escribas sobre ello.


Para esos poetas

solo los ahogados deben salvar a los que están ahogándose,

y los que tenemos pan, ciertos lujos y un techo confortable,

no deberíamos escribir más que para dar gracias al patrón

o entonar versos a la Virgen para ganar el Adonais.


Si algo tienen claro es que no quieren traidores de clase,

para ellos, los de abajo tienen el deber de tragárselo todo,

sin truco ni trampa,

y los de arriba no tienen más obligación

que mirarse el ombligo

y felicitarse por haber caído en seco.


¿Por qué tendrán estos poetas tanto miedo

a que pasen a la fiesta

los que nunca fueron invitados?


Desde el príncipe Kropotkin

pasando por el noble aristócrata Miguel Bakunin

hasta llegar a un pobre gitano huérfano de apodo Marianet,

supieron

que nunca un ahogado

ha salvado

a quien se está ahogando.





Antonio Orihuela. Todo el mundo está en otro lugar. Baile del Sol, 2011.

Imagen: Banksy. Mona Lisa Bazooka, 2007-08.

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