martes, 14 de junio de 2022

Una generación


 

     Un muchacho acudía a jugar a los prados

donde ahora las calles se alargan. Encontraba en los prados

a otros chicos descalzos, y saltaba de gozo.

Era hermoso ir descalzos por la hierba con ellos.

Una tarde, de luces lejanas, resonaron disparos

en la ciudad, y arriba, el viento pavoroso

juntó un clamor truncado. Y se callaron todos.

Las colinas desgranaban puntos de luz,

sobre los márgenes, avivados por el viento. La noche,

que avanzaba, terminó oscureciéndolo todo,

y en el sueño quedó sólo un frescor de viento.

 

     (Al día siguiente, los chicos acuden de nuevo,

y ya nadie recuerda el griterío. En la cárcel

hay obreros callados, y alguno está ya muerto.

En la calle han borrado los regueros de sangre.

La ciudad, a lo lejos, se despereza al sol,

la gente sale afuera. Se miran a la cara.)

Los muchachos pensaban en la sombra de los prados,

y miraban la cara a las mujeres. Pero incluso ellas

no decían nada, y dejaban hacer.

Los muchachos pensaban en la sombra de los prados,

donde alguna muchacha acudía. Era hermoso hacer llorar

a las niñas en lo oscuro. Éramos los muchachos.

La ciudad nos gustaba de día: por la noche, callar,

mirar las luces, lejos, y escuchar los clamores.

 

     Van todavía muchachos a jugar a los prados

donde llegan las calles. Y la noche es la misma.

Al pasear se siente el olor de la hierba.

En la cárcel están los de siempre. Y están las mujeres,

como entonces, que engendran niños y no dicen nada.

 

1934

 

UNA GENERAZIONE

 

     Un ragazzo veniva a giocare nei prati

dove adesso s’allungano i corsi. Trovava nei prati

ragazzotti anche scalzi e saltava di gioia.

Era bello scalzarsi nell’erba con loro.

Una sera di luci lontane echeggiavano spari,

in città, e sopra il vento giungeva pauroso

un clamore interrotto. Tacevano tutti.

Le colline sgranavano punti di luce

sulle coste, avvivati dal vento. La notte

che oscurava finiva per spegnere tutto

en el sonno duravano solo freschezze di vento.

 

     (Domattina i ragazzi ritornano in giro

e nessuno ricorda il clamore. In prigione

c’è operai silenziosi e qualcuno è già morto.

Nelle strade han coperto le macchie di sangue.

La città di lontano si sveglia nel sole

e la gente esce fuori. Si guardano in faccia.)

I ragazzi pensavano al buio dei prati

e guardavano in faccia le donne. Perfino le donne

non dicevano nulla e lasciavano fare.

I ragazzi pensavano al buio dei prati

dove qualche bambina veniva. Era bello far piangere

le bambine nel buio. Eravamo i ragazzi.

La città ci piaceva di giorno; la sera, tacere

e guardare le luci in distanza e escoltare i clamori.

 

    Vanno ancora ragazzi a giocare nei prati

dove giungono i corsi. E la notte è la stessa.

A passarci si sente l’odore dell’erba.

In prigione ci sono gli stessi. E ci sono le donne

come allora, che fanno bambini e non dicono nulla.

 

 

Cesare Pavese. En Antología poética. Versión de José A. Goytisolo. Plaza y Janés, 1985.

Imagen: Roberto Rossellini. Roma, città aperta, 1945.

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