lunes, 21 de agosto de 2023

UNA VIDA MEJOR


 

Y daría igual que fuéramos eternos.

 

El escaparate brilla como los fuegos fatuos.

 

Tras el cristal las minúsculas manos desmenuzan la herrumbre,

 

una maleta, un pañuelo, un zapato, el cinturón de falsa serpiente, plumas de avestruz para el sombrero que ya nadie llevará,

así brilla el tiempo tras el cristal, fruta escarchada de los días, brillo mineral colgado de un árbol cortado, pez anudado a la cuerda de tender.

 

Y dará lo mismo que seamos eternos.

 

 

Mirar los escaparates, corchea arriba, semifusa abajo,

acompasar el paso para tropezar,

para volver del mediodía, para llegar al anochecer.

 

Un escaparate y luego otro, y al fondo, el cajero y su ábaco de lágrimas: pasar o no pasar. O quedaremos aquí, moliendo la herrumbre con el molinillo del té.

 

Pero los guantes de gamuza se posan sobre el piano. Do re mi, sordamente, fa, sol, sol, felpa constante en la percusión. No, no hay pez martillo que valga. No hay animal de sombra ni luz en esta cuenta de adverbios: aquí, allí, ahora, entonces, cuánto.

 

Daría lo mismo que fuéramos eternos, entonces, ahora, hoy o jamás.

 

 

Es mucho más simple. No es cuestión de constelaciones, no es el brillo de la madera trasmutado en ballena, no es la piedra roseta, ni el esperanto de la lluvia, no el canto de sirena deletreado en los surcos de la pizarra. Es mucho más simple.

 

Una vida mejor.

 

Una vida con memoria de elefante y sed de camello y ojo de lince, brújula de cormorán, solidaridad de hormiga, precisión de abeja, una vida con fidelidad de cisne y sonrisa de chimpancé y delicadeza de libélula y piel de leopardo, conversación de bosque, majestad de cordillera y siempre el cuento de nunca acabar.

 

Primera lección nunca aprendida en las cuevas de sésamo: la vida está aquí, no allí, y todos creen que seremos eternos.

 

 

En el escaparate brilla la caja registradora, pequeña cola de alacrán, servilletero que nos abraza a la mesa,

 

una      vida      mejor,

 

aquí, allí, al otro lado del cristal.

 

Y nada importa que seamos eternos.

 

 

Guadalupe Grande. Hotel para erizos. Calambur, 2010.

Imagen: Henri Cartier-Bresson

3 comentarios:

  1. Y cuando el escaparte deviene alma -con su caja registradora o del móvil la calculadora- entonces la palabra que de ella sale ya no es otra que cuenta de resultados (esto es: ajuste de pérdidas y ganancias).

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  2. * escaparate !!! No "escaparte" ... sorry (aunque, bien mirado, con "escapar" la cosa también funcionaría ... 😂).
    Salud !!!

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    1. Cuenta de resultados o los fuegos fatuos de las almas en putrefacción frente y tras los escaparates de nuestros cementerios desarrollados. Y sí, el escaparse también viene al pelo, Joan. Salud!

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