Y entonces nosotros, los viles
que amábamos la noche
que murmura, las casas,
los caminos del río,
las sucias luces rojas
de aquellos lugares, el dolor
manso y callado -
arrancamos las manos
de la viva cadena,
y callamos, mas el corazón
nos estremeció la sangre,
y ya no hubo dulzura,
no hubo un abandonarse
junto al sendero del río -
no más siervos, supimos
estar solos y vivos.
(1945)
Cesare Pavese. En Antología
poética. Versión de José A. Goytisolo. Plaza y Janés, 1985.
Imagen: Iliá Yefímovich Repin. Estudiante nihilista, 1883.
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