No
es solamente la luna ni el rocío ni la luz celeste de los pájaros, puede
también ser una alpargata vieja, toda agujereada, toda casi muerta después de
andar fábricas, andamios o duros y calientes caminos de noviembre. No, no
necesariamente todo lo poético debe ser bello.
Yo
he visto horribles chicos grises como la tierra comiendo tierra, yo los he
visto ahí, con sus andrajos y su mugre, reptando, y los he tocado, acariciando
su piel y convertido en ángeles, en mariposas, en viento de septiembre. Porque
todo antes de ser poesía debe pasar por mi corazón, darlo vuelta con el grito
para arriba, colocarlo para el alba, cara al cielo. Todo debe pasar por mi
sangre, por mis huesos, por mi respiración, por el corazón de mi sangre.
Pues
yo soy un poeta no un hacedor de versos bonitos. Yo soy un poeta que ama a los
que no tienen amor ni pan, a los que se van sin haber llegado, a los que a
veces sonríen, a los que a veces sueñan, a los que a veces les crece un fusil
en las manos y salen a morir por la vida.
En
suma: yo he sido, soy y seré un poeta revolucionario.
Sobre
mi tumba verán florecer un puño.
Dardo
Dorronzoro (Argentina, 1913 – desaparecido en 1976).
Imagen:
Gueli Kórzhev. Antes de un largo viaje,
1970-76.
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