Fue el árbol antes que la chabola.
Por eso cabe tanto pregón de flor:
¡Bienaventuranza en la meseta
de la basura!
Son lilos.
Nacen de no se sabe dónde
y suben desde siempre por su mes de abril,
que es suyo a rajatabla.
Ni siquiera se han preguntado si podrán.
Nadie lo hace, si hacia atrás hay ratas
o gatos que cortan el aliento.
Suben y tienen mucho que decir.
Se han roto unos pocos dedos y no importa:
Un árbol roza la catenaria del tendido eléctrico
y no es una plegaria.
Es un lilo dispuesto a todo.
Hace en los charcos
un gran charco su morada sombra.
¡Cómo la oigo!
María Ángeles Maeso. Basura
mundi. Huerga & Fierro, 2008.
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