El aire mueve levemente las
páginas del libro, ésta es una de sus misiones principales; desconfiad del
libro encerrado en sí mismo, de las sabias o hermosas palabras que se agostan
al simple contacto del aire.
El aire cambia sus billetes
a cada paso, billetes verdes del mar con la vuelta de las olas, monedas de
cobre del otoño que suenan a nuestro paso matinal por el Luxemburgo.
El aire es la imagen de la
libertad, sin estatuas tramposas ni antorchas trasnochadas. Balancea las altas
ramas de las palmas a 90 millas de los millonarios miserables.
El aire es sabiduría y
música del entendimiento. No hay diálogo posible si el aire falta, entonces la
atmósfera se enrarece y el ciudadano se entontece.
Blas de otero. Verso y prosa. Cátedra, 1974.
Imagen: Katsushika
Hokusai. Yejiri Station, Province of Suruga,
ca. 1832
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